One Piece Fanon
Advertisement
Arco de St Poplar

Arco de Britannia
Arco de St Poplar
Información
Número de capítulos 8
Anterior Arco de Britannia
Posterior -
Creador NeoGirl

El arco de Britannia es el onceno arco de The Blue Haired One.

Capítulo 88: Verdugos[]

En los cuarteles de St Poplar se anuncia la llegada de un buque de la Marine que transporta prisioneros. Estos son recibidos en el puerto principal por quien está a cargo de la sede de la isla, un hombre delgado y alto, de cabello celeste.

「 Comodoro de la Marine, Kurita «el verdugo». 」

Extrañamente animado, el comodoro recibió a los marines del barco con un amistoso grito. —¿Como están, amigos?— Mientras esbozaba una sonrisa macabra.

El grupo de marines pareció ignorarlo, siendo que el único que se dirigió hacia él fue el capitán a cargo de la embarcación.

「 Capitán marine, Charles Webber «la bestia». 」

El capitán se acercó a él y solo se limitó a reportar que su trabajo estaba hecho. —El traslado de Ted Bundy fue exitoso.— Mencionó.

Por su lado pasó el recluso, un gigantesco y sucio hombre el cual cubría su rostro con una hoja de papel con un solo hoyo para su ojo izquierdo. Este era escoltado por el teniente Alessio Paolini, quien no cruzó miradas con el comodoro, y por la teniente Johanne, quien le sonrió falsamente a modo de saludo.

Sin más que decir, el capitán continuó su paso siguiendo a sus tenientes. El desprecio hacia el comodoro era evidente, pero esto no parecía importarle. Luego de quedar solo frente al puerto dejó caer su cabeza hacia atrás, aún con una sonrisa de oreja a oreja. —Finalmente... que comiencen las ejecuciones.—

Momentos más tarde, el trío de marines se encuentra en el despacho que le fue otorgado a su capitán a modo de oficina temporal. Allí aprovechan para descansar por unos momentos tras el largo viaje.

Tanto Charles como Alessio querían un descanso en condiciones, pero algo les molestaba e incomodaba. Esto era la extraña actitud de Johanne, quien se encontraba inquieta, como si estuviera aguantándose el decir algo.

Charles se percató rápidamente de esto, conociéndola. —Si quieres decir algo, solo dilo.— Mencionó en voz alta.

Tras tragar saliva, la teniente se animó a hablar. —Esto de las ejecuciones... no lo comparto. ¿En qué momento nos convertimos en verdugos de la justicia?— Cuestionó.

Alessio respondió casi por inercia. —No lo se, pregúntale a tu padre.— La respuesta del teniente provocó una fría mirada de su capitán, por lo que notó que se había excedido.

En efecto, el padre de Johanne era reconocido no solo por sus logros, sino también por su brutalidad a la hora de ejercer la justicia. Aunque tanto Charles como Alessio sabían que, pese a ser criada por él, Johanne no pensaba igual que su padre y sus ideales son diferentes.

Con una mirada seria, Johanne le respondió a su compañero. —Yo no soy mi padre.— Lo que provocó que Alessio desviara la mirada, admitiendo su error.

—¿Aún así, qué quieres hacer con los asesinos como el tipo este Bundy?— Replanteó Alessio. —Casi doscientas víctimas confirmadas, en su mayoría mujeres jóvenes. ¿Quieres que le perdonemos la vida así sin más?—

—He sabido que entre los condenados hay un niño de trece años de edad. ¿Les parece bien asesinar niños? ¿Qué nos diferencia de ese tipo Bundy, entonces?— Respondió Johanne, planteando un problema ético que siempre ha estado presente.

—Yo también me he enterado de aquel niño, al parecer posee conocimientos sobre historia y lenguaje antiguo.— Esta vez habló Charles. —Pero nos guste o no, no depende de nosotros. Limitémonos a cumplir con nuestro trabajo e irnos cuanto antes. El comodoro me provoca náuseas.— Con un razonamiento frío, el capitán concluyó el tema.

• • •

En uno de los callejones de la ciudad, Wallace observaba los movimientos de la marine desde las sombras cubriéndose con una desgastada capa con capucha. Al igual que él, su compañera de infancia, Sindel, le acompaña. Aunque para su disgusto, ya que él no deja de quejarse sobre la presencia de ella.

—¡¿Podrías dejar de seguirme a todos lados?!— Exclamó con nerviosismo.

—Cada vez que vas solo a algún lado, algo malo sucede.— Respondió ella con seriedad.

La rubia procedió a retirarse la capucha, ya que esta ensuciaba su cuidado y sedoso cabello.

—¡No soy un niño como para que me estés cuidando! Además, fui yo quien tuvo que salvarte el trasero esta última vez.— Discutió Wallace.

—¡Yo también te salvé el trasero varias veces!— Reprochó.

Wallace suspiró, para luego cambiar su expresión con una sonrisa provocadora. —¿Segura que no es porque mi recompensa es superior a la tuya?— Sindel se mostró alterada, entrecerrando su ojo derecho a modo de tic nervioso. —¡¿Eso que tiene que ver?!— Expresó furiosa.

A todo esto, el sonido proveniente del callejón atrajo la atención de dos marines rasos que patrullaban por ahí. Por lo que ambos se acercaron. —¿Oigan, tortolitos, qué hacen aquí escondidos?— Interrogó el primero en acercarse, aunque al segundo le era familiar el rostro de la joven. —Acaso tu no eres...— El marine expandió sus ojos de sorpresa al reconocerla.

Sindel, «princesa ámbar», oficial de la armada revolucionaria. Recompensa: Belly68.000.000 」

Al ver que la reconocieron, el dúo de jóvenes reaccionó rápidamente y cada uno tomó a un marine de sus ropas metiéndolos en el callejón. Sindel con una toma de agarre, cruzando su brazo derecho por delante del cuello del soldado, lo inmovilizó hasta que rápidamente este se desmayó por la falta de oxígeno. Por su parte Wallace solo le propinó un fuerte golpe en la cabeza al otro, el cual cayó noqueado.

—Al menos esta vez no fue mi culpa.— Comentó Wallace, provocando la mirada de Sindel.

Capítulo 89: Algo que pedirles[]

El descanso del equipo de Charles duró poco. Ya que rápidamente les llegó el reporte de unos marines advirtiendo la presencia de miembros de la armada revolucionaria en la isla.

Con la preocupación de que los revolucionarios podrían estar ahí por el asunto de las ejecuciones del comodoro Kurita, Charles envía a sus tenientes a investigar. Dicho esto ambos tenientes salieron de inmediato, Johanne sobrevolando el centro de la ciudad y Alessio dirigiéndose hacia los muelles.

Mientras tanto, en el puerto el Big Sunshine acaba de anclar, con los piratas de la peliazul preocupados por el estado de su médica a bordo, quien ha vuelto a presentar síntomas como fiebre alta y tos, por lo que se encuentra en cama haciendo reposo.

El grupo estaba decidiendo quien saldría a buscar a Wallace y quien se quedaría en el barco, pero se ven interrumpidos por Meredy quien repentinamente alza la mirada hacia el cielo, alertando al resto. Con Elliott, Ben, Chiyome y Talp, haciendo lo mismo. Siendo el mink el último en reaccionar, y de forma exagerada al ver a un hombre levitar sobre ellos.

—¡WAAAAH!— Gritó Talp con asombro. Mientras el hombre descendió lentamente hasta apoyar sus pies sobre el suelo del barco. Elliott y Ben reaccionaron poniéndose el guardia ante la sorpresa, pero la ver de que se trataba de Alessio se relajaron un poco.

A diferencia de sus compañeros, Chiyome no conocía a Alessio por lo que reaccionó lanzando un kunai directo hacia él. Pero el marine con un leve movimiento de mano lo detuvo en el aire, y con otro movimiento se lo devolvió, dejando atónita a la kunoichi.

Mientras que Ben le explicaba a Chiyome resumidamente como habían conocido a Alessio en el pasado, Meredy lo saluda amistosamente. —¿Qué tal, Alex?— El marine no pudo evitar hacer una expresión de molestia luego de notar que la peliazul había olvidado su nombre.

「 Teniente marine, Alessio Paolini, «la mente». 」

—No te lo tomes personal, es Meredy.— Intento justificar a su capitana Elliott.

—Como sea. No es buen momento para que estén aquí, mejor váyanse.— Habló seriamente Alessio.

—¿Qué sucede?— Curioseó el navegante.

—Asuntos de la marine, no creo que quieran verse involucrados en eso.— Respondió, sin especificar.

—Primero debemos encontrar a Wallace.— Esta vez habló Meredy.

El marine se tomó unos segundos para pensar. Y no tardó en asumir que el posible reporte de revolucionarios en la isla tenga que ver con Wallace. —Yo lo buscaré, ustedes quédense aquí.— Replicó Alessio.

—Nah, nosotros lo haremos.— Dijo la peliazul mientras mostraba en su mano su brújula. —Con el Heart Pose lo encontraremos más rápido.— Aclaró.

Alessio no comprendió de que se trataba al ver el artefacto, pero no dijo nada al respecto. Mientras que la banda terminaba sus preparativos, Talp no pudo contenerse y se acercó al marine.

—¿Y... cómo es que puedes volar? ¿Acaso es una técnica secreta de la Marine?— Curioseó el mink.

Alessio tardó unos momentos en responderle, y solo le dirigió una mirada seria. —Poseo una de las frutas más poderosas que existen, la Nen Nen.— Se limitó a decir.

La expresión de Talp dejó de ser la de alguien emocionado y pasó a ser la de alguien decepcionado. —Buh, con que se trata de la habilidad de una fruta del diablo...— Mencionó con desprecio.

Las palabras y el desinterés repentino del mink fueron un golpe directo al orgullo de Alessio.

Mientras tanto, cerca del centro de la ciudad. Wallace y Sindel se movían entre callejones. El dúo caminaba a paso ligero a mitad de un callejón, en silencio, a lo que Sindel se detiene al ver que Wallace lo hizo previamente. —¡¿Qué es ese olor?!— Exclamó a la vez que llevaba su mano hacia su nariz, intentando bloquear el aparente olor que sintió.

Por su parte, Sindel tardó unos segundos en sentir dicho aroma. Este era agradable para ella puesto que le recordaba el dulce aroma de unas flores. Acto seguido, son sorprendidos por una figura que se alzaba sobre ellos. Sindel quedó estupefacta al ver las coloridas alas que poseía esta figura. Mientras que Wallace la reconoció de inmediato, aún sin retirar su mano de su rostro.

「 Teniente marine, Thorner D. Johanne, «reina de las hadas». 」

La joven marine de cabellos rubios descendió frente a ellos, mientras que Wallace hacía una expresión de asco sacando la lengua. —Así que se trataba de ustedes.— Dijo seriamente.

Sindel reaccionó llevando su mano hacia la empuñadura de su espada, preparándose para desenvainar. Pero Wallace la detiene alzando su brazo delante de ella.

Una idea repentina vino a la mente de Johanne. —Ya que están aquí, tengo algo que pedirles.— La joven se mantuvo seria y firme.

—¿Qué te hace creer que escucharemos a la hija de un almirante?— Esta vez Sindel se mostró hostil. Aunque se sorprendió de que Wallace no dijera nada.

—Al menos denme la oportunidad de contarles algo, luego deciden que hacer.— Johanne mantuvo la compostura.

Luego de cruzar miradas con su compañera, Wallace habló. —Habla, antes de que te arranquemos tus apestosas alas.— Las hirientes palabras de Wallace provocaron un cambio en la mirada de Johanne.

Capítulo 90: Ejecuciones[]

Desconcertado, Charles se encontraba consolando a Johanne. La teniente lloraba sobre él, mientras le repetía una y otra vez lo mismo. —Él... él dijo que mis alas eran apestosas.— Su lloriqueo parecía no cesar.

Luego de halagar a su teniente repetidas veces y ver que esto no funcionaba, Charles intentó darle otra perspectiva. —A todos nos gustan tus alas, ya lo sabes. No puedes dejar que un comentario negativo tenga más peso que cientos de positivos.— Esto pareció calmar a Johanne un poco.

El dúo de marines se vio interrumpido por el regreso de Alessio, quien se mostró extrañado al ver la escena de Charles dando palmaditas en la cabeza a una llorosa Johanne.

—Eh... creo que querrán saber que la banda de la peliazul está en la ciudad.— Informó el teniente.

Charles mostró una expresión pensativa. —¿Tendrán algo que ver con los revolucionarios?— Preguntó en voz alta.

—Lo dudo, pero mencionaron que estaban buscando a Wallace West.— Acotó Alessio.

Charles se mostró más pensativo aún. —¿A todo esto, qué sucedió exactamente en tu encuentro con Wallace?— Se giró hacia Johanne.

Johanne dio un pequeño salto de sorpresa. —Ehh, bueno... nada. Ya sabes, no quiso escuchar las advertencias que le di.— Explicó algo nerviosa.

Charles siguió en su pose pensativo. —En cualquier caso, revolucionarios y piratas, esto será un problema.— El capitán se encontraba confundido respecto sobre a como actuar.

Mientras tanto, de incógnitos, el grupo compuesto por Meredy, Elliott y Chiyome se mueven por la ciudad. —¡Por allí!— Lideraba el paso la peliazul, siguiendo hacia donde apuntaba su brújula.

Debido a la gran cantidad de marines rondando por las calles, tenían que moverse por los techos de las casas, intentando no llamar la atención.

Desde la distancia pudieron observar en dirección a la plaza principal de la ciudad, donde se encontraba el mayor movimiento de personas. Allí parecían terminar los preparativos para un concurrido evento. Muchas personas civiles se encontraban alrededor a la espera.

Extrañados, se acercaron y pudieron identificar una especie de pequeño escenario de madera en el centro de la plaza. —¿Habrá un show?— Preguntó Meredy.

Elliott detalló que había dos hombres vestidos completamente de negro, con capuchas incluidas que tapaban sus rostros. Así como también pequeños postes de donde colgaban sogas, las cuales estos corpulentos hombres estaban ajustando.

—Eso no es un escenario... ¡es una plataforma de ejecución!— Exclamó el pelirrojo.

—No me esperaba que la marine hiciera estas cosas.— Dijo Meredy, sorprendida.

—En el pasado han ejecutado a criminales muy famosos. Pero creí que habían dejado esas prácticas.— Comentó Elliott.

Chiyome llama la atención de sus compañeros y les señala hacia la plataforma. Donde pueden observar a soldados de la marine escoltando a un pequeño grupo de prisioneros. Entre estos, destacaban un enorme hombre, un niño y una mujer de cabello rojizo.

—¡Atención, damas y caballeros, en breves instantes comenzará el show mensual favorito de todos!— Utilizando un den den mushi con un altavoz añadido en él, un oficial de la marine anunciaba al público. —¡Las ejecuciones!—

Capítulo 91: Canción pirata[]

El número de personas presentes era masivo, llenando la plaza principal. Todas estas personas se posicionaron alrededor de la plataforma central. Comenzando algunos alentar en voz alta el espectáculo. Esto causó disgusto en Elliott, aún observando desde la distancia junto a Meredy y Chiyome.

—Toda esta gente reunida por el morbo...—

Mientras tanto, el pequeño grupo de cinco personas que van a ser ejecutados toman su lugar a la vez que dos marines acomodan las cuerdas sobre sus cuellos. Un tercer marine trae un barril el cual sirve para que el niño se pare sobre este, ya que debido a su baja estatura no alcanzaba la cuerda.

Uno de los marines está teniendo dificultades para terminar de colocar la soga alrededor del cuello de Ted Bundy debido al gigantesco tamaño de este. A su vez este comienza a llorar, brotando varias lágrimas a través del hoyo en el papel que lleva en su rostro. —Bundy no quería lastimar personas, Bundy se siente mal.— Decía el enorme hombre sollozando.

Kurita observa desde otro extremo de la plaza como sus subordinados terminan los preparativos, a lo que hace una leve seña con su mano a uno de los hombres vestidos de negro a un lado de la plataforma. Este último al recibir el mensaje asiente con su cabeza y se posiciona junto a una palanca, preparándose para tirar de esta.

Repentinamente un cántico en un bajo tono atrae la atención de todos. Este provenía del niño sobre el barril, junto a Bundy, que poco a poco fue oyendose más debido a que la multitud comenzó a guardar silencio.

The king and his men stole the queen from her bed

And bound her in her bones
The seas be ours and by the powers

Where we will, we'll roam


En este punto, la mujer de cabellos rojos junto al niño se sumó al cántico.

Yo-ho, all together

Hoist the colors high
Heave ho, thieves and beggars

Never shall we die


Meredy, aparentemente sorprendida, no pudo evitar terminar de tararear la última parte de la canción, lo que provocó miradas confusas entre Chiyome y Elliot.

La ruidosa multitud se había quedado en silencio, pese a no conocer la canción se quedaron anonadados y sin saber como reaccionar. —¿Esa no es una canción de piratas?— Preguntó un hombre de entre la multitud. A su lado una mujer tomaba nota en una pequeña libreta.

Kurita, completamente furioso e indignado, dio el grito de ejecución. A lo que el hombre de negro tiró de la palanca. En la plataforma se abrieron unas trampillas justo debajo de los condenados, forzándolos a caer y colgar de la cuerda. Meredy reaccionó rápidamente y se lanzó sobre la plataforma. Pero alguien se adelantó y rápidamente cortó la soga de la cual colgaba el niño, por lo que Meredy sólo pudo atraparlo en el aire antes de que cayera.

Tras quitarle la soga del cuello Meredy alzó la mirada a quien se le adelantó, pudiendo divisar de espaldas a una joven mujer de cabello rubio que volteó también a verla. —¡¿Tú quien eres?!— Exclamaron al unisono al cruzar miradas.

El joven niño, aún en brazos de la peliazul, pareció alterarse al ver a la mujer de cabellos rojos colgando con la cuerda en su cuello. Aunque a diferencia de los otros ella no parecía ahogarse. Sindel se movió para cortar la cuerda de ella también pero una flecha la cortó antes. Al observar detenidamente notó que quien había disparado la flecha se encontraba encima de una estructura lejana, y era lo que parecía ser un hombre adulto con una cicactriz en su rostro.

Sindel se da cuenta que es el blanco de uno de los marines, quien la apunta con su rifle. Pero este es pateado con fuerza por detrás y enviado a volar por Wallace. —¡WALLACE!— Exclamó alegremente Meredy al verlo.

La multitud comienza a alterarse al ver que los marines identifican al trío como revolucionarios y piratas, pero no tienen mucho tiempo de reacción debido a que la plataforma comienza a desmoronarse de un instante a otro, terminando por reducirse a escombros de madera de un instante a otro. De entre los tablones partidos se alza Ted Bundy como el responsable, habiéndose liberado aunque aún en aparente llanto.

—Ustedes... salvaron a Bundy.—

Decía Bundy mientras observaba a Sindel y Meredy. A lo que estas nuevamente hablaron al unísono, negándolo. Pero para entonces Bundy se lanzó sobre ellas, por lo que ambas tomaron una pose de guardia. A último momento, justo antes de que él esté sobre ellas, una presión se sintió sobre toda la plaza, provocando que Bundy se paralizara y se dejara caer sobre sus rodillas.

—¿Haoshoku?—

Se preguntó Sindel, mientras que Wallace se encontraba claramente alterado al haber sentido un escalofrío por todo su cuerpo. Meredy que también sintió esa extraña sensación se mostró confundida, a lo que volteó y pudo ver a la mujer de cabellos rojos de pie, ahora con una expresión completamente seria clavando su mirada en Bundy.

Para cuando la presión se desvaneció aproximadamente del noventa porciento de los presentes en la plaza cayeron al suelo insconcientes. Kurita apretaba sus dientes con furia mientras una vena se marcaba en su cuello.

—¿Quién demonios es esa mujer?—

Capítulo 92: Desesperación escarlata[]

De un instante a otro las calles que conectaban con la plaza central se llenaron de soldados de la marine. Preguntándose que había sucedido, se sorprendieron al ver a la mayoría de las personas tendidas en el suelo y sólo unos pocos individuos de pie.

Con Bundy calmado, o intimidado al punto de quedarse inmóvil, la mujer cruzó miradas con Meredy, quien la observaba extrañada. Esta entrecerró sus ojos concentrándose en ella, como si algo llamara su atención. —¿Cual es tu nombre?— Preguntó con seriedad la mujer de cabello rojizo.

—Meredy.— Respondió la peliazul, con casi el mismo tono serio.

El cruce de miradas se prolongó por varios segundos, generando cierto nivel de incomodidad en los presentes. Hasta que el niño interrumpió la escena, acercándose a la mujer. La tensión se cortó por completo, cuando la mujer cambió su expresión a una más tranquila, reposando la palma de su mano sobre la cabeza del niño.

—Gracias por salvarlo, Meredy.— Expresó con amabilidad, y procedió a presentarse. —Mi nombre es Benten. Y él es Bokuto.—

Meredy se mostró menos tensa también. —¿Y cómo es que conoces esa canción?— Le preguntó al niño.

—Ella me la enseñó.— Refiriéndose a Benten.

—¿Oh entonces son piratas también?— Curioseó Meredy

—Podrían charlar luego.— Interrumpió Wallace, advirtiendo de que se encontraban rodeados de soldados de la marine.

—Yo también ayudé a salvar al niño.— Refunfuñó la rubia.

Meredy la observó y giró levemente su cabeza hacia un lado. —¿Tú quien eres?— Preguntó

—Mi nombre es Sindel, soy una oficial de la armada revolucionaria.— Respondió, mientras acomodaba su cabello con estilo.

• • •

Mientras tanto, alejados de la plaza central, en la oficina temporal de Charles, el trío de marines investiga sobre los juzgados por el comodoro Kurita. Johanne regresa luego de un largo rato de hacer esperar a sus compañeros, cargando una pila de diferentes papeles.

—Esto es todo lo que conseguí.— Dijo mientras desparramó los archivos sobre el escritorio de su capitán.

—No me esperaba que fuesen tantos documentos...— Charles no pudo evitar mostrarse desanimado.

Alessio procedió a tomar varios papeles y haciéndolos levitar a su alrededor comenzó a leerlos. A la vez que Johanne intentaba ordenarlos y Charles también separaba un par.

—Aquí dice lo que ya sabíamos. El niño, conocido como «el búho», sabe leer el idioma antiguo de los poneglyph.— Explicaba Alessio, hasta que su expresión cambió a una más de no comprender del todo lo que estaba leyendo. —También dice que en su declaración amenazó al oficial sobre revelar información acerca de un... ¿tesoro sagrado?—

Asimismo pudo notar que los archivos estaban marcados como confidenciales, con un sello el cual solo los altos cargos de la marine tenían acceso a ellos. —¿Johanne, cómo lograste que te entreguen estos documentos?— Le preguntó a su compañera, ya que por lógica ellos no deberían estar leyendo eso.

—Pues hice uso de mis encantos.— Dijo con confianza, para luego aclarar. —Solo me presenté con mi apellido.—

—Ese idiota, en qué está pensando.— Charles alzó la voz con un claro tono de nerviosismo. Sus tenientes lo observaron confundidos. —Ese maldito de Kurita...—

De entre los diferentes archivos separó un cartel de recompensa del resto de hojas de papel, y con nerviosismo acomodaba algunas de estas en órden.

—Una profeta del siglo vacío, consiguió cientos de seguidores que la adoran como una deidad.— Charles tragó saliva y continuó. —Durante la anterior era pirata fue conocida como «desesperación escarlata» y capturada media docena de veces por el gobierno mundial, pero nunca pudieron ejecutarla.—

Charles dejó de leer de repente. Ambos tenientes notaron que comenzó a sudar antes de que se levante de su escritorio y acomode su capa sobre sus hombros. —Rápido, debemos ir cuanto antes.— Dijo, confundiendo a sus subordinados al ser la primera vez que lo notaban tan alterado.

Es entonces cuando Johanne y Alessio, de pie frente al escritorio, se acercan a este a observar el cartel de recompensa. Quedando perplejos ni bien alcanzan a verlo.

Benten wanted

Capítulo 93: Quién es[]

Los soldados de la marine dieron el primer movimiento intentando acercarse a los piratas, y pese a que los tenian rodeados no podían reducirlos. Meredy y Wallace derribaban a todo soldado que se les acercase a base de golpes mientras que Sindel hacía lo mismo por su lado.

Esbozando una cálida sonrisa, Benten tomó de la mano a Bokuto y comenzó a caminar hacia el lado oeste de la plaza. Y pese a que oficiales de la marine intentaban cortarle el paso estos caían al ser atacados desde la distancia por un hábil tirador, el cual no dejaba que ningún marine se acercara a más de dos pasos de distancia de ellos.

—¿Qué rayos, están seguros de que es sólo uno? ¡Nos atacan como si fueran una docena de enemigos!— Vociferó un marine para momentos después ser golpeado por una flecha que se clavó en su torso.

—¡Olviden a la mujer y al niño, ponganse a cubierto!— Exclamó otro joven marine, buscando un lugar donde ponerse a salvo.

Cuando Benten y Bokuto se acercaron lo suficiente a él, el tirador saltó desde la parte superior de una de las casas que se encontraba para caer junto a ellos. Dejandose ver por completo, este era un hombre corpulento con una notable cicatriz en su rostro. —¿Qué demonios están haciendo?— Habló en un tono de regaño, provocando que la pelirroja le sonriera y se disculpara. —Lo siento, Hellebore. Me alegra que hayas venido por nosotros.—

A su vez, viendo que se alejaban Meredy corrió tras ellos. —¡Esperen!— Dijo mientras inocentemente se les acercaba.

El hombre continuó diciendo. —La misión en Tristam fue un fracaso, cuando llegamos no había nada más que su cuerpo.—

Sindel alcanzó a oír esto último y rápidamente le gritó a Wallace. —¡Son ellos! ¡Ellos eran a quien Geglash esperaba!—

Wallace, siendo el que más distante de ellos se encontraba, volteó a observarla y pudo ver como señalaba al trío de desconocidos, y pese a no saber los detalles saltó a la acción sin dudarlo.

—¡Meredy aléjate de ellos!— Le gritó a su capitana, provocando que esta se girara a observarlo.

En ese instante, aprovechando la confusión de la peliazul, Hellebore acortó distancia con la peliazul quien ahora se encontraba de espaldas a él, y de una patada baja la tumbó al suelo haciendo que cayera sobre sus rodillas mientras tensaba su arco y la apuntaba con una flecha en su cabeza.

—No se quienes son ustedes, pero si se acercan le vuelo la cabeza.—

El tono agresivo y amenazante con el que se expresó provocó que Wallace se detuviera al instante mientras lo observaba con rabia.

—No creo que sea necesario.— Habló Benten, que a diferencia del resto se encontraba en completa calma.

—¿Sabes quien es ella, no? Es una Aoyama.— Le respondió Hellebore.

Esas palabras provocaron el accionar de Meredy, quien rápidamente se elevó con un pequeño salto y girando a gran velocidad intentó golpearlo con su bastón. El hombre pudo preveerlo con haki y logró esquivarlo a último momento, viendose obligado a saltar hacia atrás.

—¡Yo renuncié a ese apellido, mi nombre es Meredy!— Con un cambio radical de carácter, la peliazul clavó su mirada en el arquero.

Benten rió por lo bajo. —Sé perfectamente quien es.—

La escena se ve interrumpida por Kurita, quien se encuentra aplaudiendo. —¡Que buen show!— A paso lento se acercaba a ellos, ganándose la mirada de todos.

—Aunque tengo varias preguntas.— Dijo el marine. —Por ejemplo, ¿qué hace el «rey bandido» en el Grand Line?—

—Eso no es asunto tuyo.— Respondió de manera hostil Hellebore.

—¿Acaso el Nuevo Mundo fue demasiado para tí?— Volvió a preguntar el marine, pero esta vez con un tono provocador.

—Conozco a la mayoría de los marines que podrían ser un problema enfrentar, y tú no eres uno de ellos. No vales la pena.— El hombre respondió con seriedad, para luego voltear y cruzar miradas con Benten, señalando la retirada.

Benten se acercó a Bundy, quien aún se encontraba llorando tendido de rodillas. —Has cometido muchos pecados, pero puedo liberarte de esa carga.— Dijo la mujer de cabellos rojos mientras le ofrecía su mano. Bundy, aunque algo confundido, se puso de pie y la siguió sin decir nada.

Al ver que no logró su cometido, disgustado, Kurita que no hizo más que apretar sus dientes y decidió dejarlos ir. Acto seguido observó a Meredy y Wallace. —Bueno, parece que tendré que divertirme con ustedes.— Dijo, mientras lentamente y con cuidado remangaba sus mangas de su camisa.

—¡Sindel! Ve tras ellos, yo me encargaré de este.— Wallace tomó la voz de mando, y dio un paso al frente.

—Sería una locura, estoy en clara desventaja contra ellos.— Respondió la rubia.

—Meredy, ve con ella.— Continuó diciendo Wallace.

No sólo Sindel se mostró molesta por las palabras de Wallace, por lo que Meredy dio tres pasos al frente adelantándose a él.

—Yo me encargaré del marine, yo lo vi primero.— Dijo la peliazul, pero rápidamente fue interrumpida por su compañero.

—¿¡Qué dices!? Lo vimos a la vez, yo lo pedí primero. Ve con Sindel y déjamelo a mi.— Reprochó Wallace.

—¡Yo soy la capitana, no me digas qué hacer!— Se quejó Meredy.

Ambos chocaron miradas mientras apretaban sus dientes en lo que parecía una discusión infantil. Súbitamente se inclinan hacia atrás esquivando a Kurita quien a gran velocidad se posicionó justo entre ellos. Rápidamente este da un giro en el aire y con un brazo golpea a Wallace y con una patada a Meredy. Estos logran cubrirse del golpe pero no pueden evitar ser enviados varios metros hacia atrás, en direcciones opuestas.

—¡¿Por qué pareciera que me están ignorando?!—

Kurita estaba furioso y disgustado al ver que no le prestaban atención, ganándose así el interés de los piratas, el duo se puso en guardia.

Capítulo 94: El nacimiento de un nuevo mundo[]

Aprovechando el revuelo del posible enfrentamiento de los piratas contra el marine, Sindel corre a perseguir cuarteto sospechoso. Agazapada les sigue el paso a una distancia prudente.

El trío avanzaba hacia el muelle del oeste en silencio, a lo que Hellebore se detiene y voltea. En una clara señal de que percibió que Sindel los estaba siguiendo.

—Ya deja de ocultarte. ¿Qué es lo que pretendes?—

Sindel salió de detrás de unas grandes cajas de madera, a varios metros de distancia mientras alzaba levemente sus manos con la intención de demostrar que no quería pelear.

—Tan solo quiero respuestas.—

—Tú conocías a Geglash.— Habló Hellebore.

—Descubrí que robó armas y pensaba entregarlas a alguien. ¿Era a ustedes?—

—Si.—

—¿Por qué?— Sindel apretó sus dientes. —Las armas le hacen tanto daño a este mundo, ¿por qué...?—

Hellebore levantó una de sus cejas mostrándose extrañado. A lo que Benten tomó la palabra.

—Te equivocas. Lo que le hace daño al mundo son las personas, las armas son solo herramientas.—

—Pero no puedes eliminar a las personas, a los humanos. En cambio con las...— Sindel respondió contra-argumentando, aunque fue interrumpida.

—Te equivocas de nuevo. Borra la existencia de las armas y los humanos crearán nuevas, soy la prueba viviente de ello.— Mientras la pelirroja hablaba, Sindel notó la gran cantidad de cicatrices que esta tenía sobre su cuerpo. —Preguntaste por qué. Venganza, redención, paz, no lo se. Ha pasado tanto tiempo que ya lo olvidé. Sólo sé que debo hacerlo.—

—¿Hacer qué?— Preguntó la rubia, ahora aún más intrigada.

—Aquellos que sabemos la verdad buscamos lo mismo. Cambiar al mundo.— Esta vez Benten tomó una postura y expresión de firmeza.

—¿Pero... cambiar al mundo con armas, guerras, muerte?— Cuestionó la rubia.

—Así es. Daré vida a un nuevo mundo sin personas que hagan daño. Entonces las armas ya no serían necesarias, no tendrían razón de existir.—

Sindel quedó perpleja ante la resolución final de Benten. Los ideales de prácticamente toda su vida se vieron afectados ante las palabras de la pelirroja. A su vez a Bundy se le llenaban de lágrima los ojos ante tal magnífico ideal.

—Ahora que ya oíste todo, no necesitas seguir ocultándote.— Vociferó Benten, provocando la sorpresa de todos.

De entre los tejados de los edificios cercanos, Chiyome se dejó ver al retraer el manto que la camuflaba con el entorno. Pero rápidamente actuó lanzandose sobre ellos, y saltando sobre Hellebore, tomándolo por sorpresa.

—Tsk, es buena ocultando su presencia.— Se quejó Hellebore, aunque reaccionó a tiempo para cubrirse de la patada descendente que le intentó propinar la ninja.

Chiyome continuó su ofensiva, esta vez blandiendo un kunai con el que falló al intentar apuñalaro. Hellebore, aprovechando su ventaja en tamaño físico, la tomó dos brazos para luego lanzarla hacia el suelo y con un rápido movimiento retenerla.

—Si quieres morir solo dímelo.— Dijo el hombre al no saber por qué era atacado por la kunoichi.

Entre el forcejeo de Chiyome por liberarse, Hellebore oye como cerca de ellos cae algo que provoca un sonido metálico, notando que se trataba de un brazalete. Acto seguido una potente ráfaga de viento huracanado lo golpea obligándolo a rondar sobre sí para alejarse. Asimismo la estructura detrás de madera se vio altamente afectada por el golpe de aire viéndose con varias tablas quebradas y astilladas.

Bokuto también casi es llevado por la presión del aire pero fue atrapado a tiempo por Benten de sus ropas, siendo la pelirroja la única de pie sin verse afectada por el impacto y solo con el cabello un poco alborotado. Cuando observaron el origen de esto, notaron que se trataba de Elliott.

Al ver como Chiyome parecía fuera de sí decidió noquearla de un fuerte golpe por detrás de su cabeza. —Disculpen el accionar de mi compañera.— Dijo el pelirrojo, mientras tomaba el cuerpo inconsciente de la kunoichi.

—¿Son aliados de Meredy, verdad? ¿Podrían entregarle un mensaje de mi parte?— Dijo Benten con amabilidad, como si nada hubiese sucedido.


Mientras tanto, el encuentro entre Kurita contra Meredy y Wallace se vio interrumpido por la llegada de Charles, Johanne y Alessio.

—No es necesario su apoyo.— Dijo Kurita al verlos aparecer, con un tono prepotente. —Lo tengo bajo control.—

—¡No, claramente no lo tienes!— Vociferó Charles, sorprendiendo a todos los marines presentes. —Has puesto en riesgo a todos por tu accionar despreocupado.—

Tanto Meredy como Wallace y el resto de soldados marines presentes se mostraron sorprendidos también.

—Debido a tus acciones imprudentes, tu cargo dentro de la marine queda suspendido e irás a juicio.— Dijo Charles con seriedad.

—Kikikiki...— Rió entre nerviosismo Kurita. —¿Estás bromeando, verdad?—

—La mujer que trajiste es muy peligrosa, en vez de reportarlo a los superiores quisiste jugar al verdugo.—

—Conoce tu lugar, mocoso.— Respondió ofendido.

—Nos unimos a la marine para proteger a las personas. Y tú pusiste a inocentes el peligro.— Esta vez habló Johanne, quien junto a Alessio se mostraron firmes al respaldar a Charles.

Kurita, molesto e indignado, observó a su alrededor y notó como las miradas de indignación de sus subordinados se clavaban sobre él.

Capítulo 95: Intercambio de información[]

Una hora más tarde, la banda de la Peliazul, junto con Sindel, se reúne en el Big Sunshine. Chiyome, aún inconsciente, reposaba en su cama y eventualmente Elliott procedió a explicarles al resto lo que sucedió. A su vez también les contaron a Cecilie, Ben y Talp todo lo acontecido. Por su parte, Wallace no terminaba de entender la explicación de Elliott, a quien cuestionó.

—¿Entonces decidiste atacar a un compañero en vez de al enemigo?—

El navegante comenzaba a fastidiarse luego de que Wallace le hiciera la misma pregunta, aunque con otras palabras, por tercera vez.

—Ya te dije que ella estaba fuera de sí, nunca la había visto así.— Explicó. —Además ese sujeto no era cualquier cosa. Pude ver como se las arregló él solo para hacer retroceder a un pequeño escuadrón de soldados marines en la plaza.—

—Soldados marines, personajes de relleno, no son para nada un problema.— Habló Wallace, que procedió a señalar a la rubia. —Además estaba Sindel allí, podrían haber peleado sin problemas.—

Por su parte, Sindel yacía cabizbaja. Aún pensativa tras las palabras que había oído de Benten.

—No sabemos nada acerca del grupo ese, así que Elliott actuó bien.— Esta vez habló Cecilie, quien ya se encontraba mejor. —Y tampoco sabemos qué causó esa reacción en Chiyome.—

El grupo se mostró pensativo por unos segundos, pero fue Ben quien expresó su resolución que dejó a casi todos tensos.

—Conociéndola, sólo se me ocurre una sola razón por la que haya atacado a ese sujeto sin aviso previo.—

—¿Sugieres que ya lo conocía?— Preguntó Talp, quien no se enteraba hacia donde iba la charla.

—Sí, asumo que se trataba del asesino de su esposo...—

Talp tragó saliva con nerviosismo, mientras que el resto del grupo suspiró al sentir una extraña mezcla de sensaciones entre incomodidad y pena. Aunque esto no duró mucho tiempo ya que Wallace volvió a reclamarle a Elliott, esta vez con mayor intensidad.

—¡Debiste haberla dejado!— Le gritó de frente.

—¡Ya dijimos que era mejor no hacerlo!— Respondió ya molesto.

Lo que era el comienzo de una discusión entre ambos se ve interrumpida por la llegada del trío de marines; Charles, Johanne y Alessio.

—Aún no ha concluido, pero al menos Kurita no opuso mayor resistencia.— Notificó Charles nada más llegar.

—Mejor que no haya pasado a mayores.— Dijo Cecilie.

—Aún así, antes de que se vayan, les pediré que me digan lo que saben acerca de la mujer de cabellos rojos.— Añadió el capitán marine.

—¿Qué ganamos diciéndote lo que sabemos?— Esta vez tomó la palabra Wallace, con un tono provocador como es habitual en él.

—Casi olvido que estoy tratando con piratas, tienes razón. Hagamos un intercambio de información. Si me dicen lo que saben yo les compartiré lo que sé.— Respondió Charles.

Wallace cruzó miradas con Meredy, a lo que esta asintió con su cabeza. —Alguien relacionado a esa mujer se infiltró en el ejército revolucionario, robando armas que planeaba entregarles.—

Charles se mostró pensativo por un momento. —Eso significa que ya se están movilizando.— Habló por lo bajo.

—También conocía la canción.— Agregó Meredy.

Johanne al mostrarse confundida torció su cabeza hacia un lado. —¿Y eso es relevante?— Preguntó ingenuamente.

—Según sé, es una canción muy antigua. De los comienzos de la piratería. Es una leyenda que representa un cambio de era.— Explicó la peliazul.

—Todo lo relacionado a esta mujer coincide en leyendas o mitos.— Charles se mostraba aún pensativo. —Sus registros se remontan al siglo vacío, Benzaiten «desesperación escarlata», muchos la adoraban como una profeta o incluso una diosa.—

—¿Benzaiten? Creo que se presentó con otro nombre.— Dijo Meredy, con una expresión pensativa.

—Probablemente haya cambiado su nombre, han pasado muchos años.— Charles también pensaba exactamente que información era conveniente revelar. —Su grupo es conocido como Pandemonium. Parece un culto religioso pero debido a sus seguidores puede ser una banda u organización.—

—¿Culto?— Pensó Sindel. —Eso explica las palabras sobre el "plan divino" que mencionó Geglash.—

—¿Qué hay sobre el sujeto de la cicatriz que la acompañaba?— Preguntó Elliott.

—«Rey bandido» Hellebore. Un pirata sangre fría de la era anterior.—

—La mujer esa mencionó cambiar al mundo... con una guerra.— Sindel tomó la palabra.

—Lo mejor es no relacionarse con ella.— Comentó Alessio.

Dado por concluido el intercambio de información, el trío de marines se retira. A lo que la banda de la peliazul comienza los preparativos para zarpar.

—Notificaré al resto de la armada con esta información.— Decía Sindel, a modo de despedida.

—Está bien. También preocúpate por hacer subir tu recompensa, tampoco quiero humillarte.— La provocó Wallace.

—¿¡Otra vez con eso!?—

La rubia se despidió de la banda y se dirigió al otro muelle, donde la esperaba otro barco de la armada revolucionaria.

—Ah, Meredy.— Elliott se dirigió hacia su capitana. —Esta mujer... Benzaiten o como sea, me dijo que te diera un mensaje. Dijo que no importa lo que digan, si es enemiga o aliada eso debes decidirlo tú.—

Al no saber bien el significado de eso, Meredy solo se limitó a elevar una ceja en señal de confusión.

Advertisement