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Arco de Isla Numa
Arco de Isla Numa
Información
Número de capítulos 19
Anterior Arco de Isla Lignito
Posterior Arco de Bigreen Yard
Creador Kizalong77

Arco de Isla Numa (沼島の円弧, Numa Shima no Enko ?) es el tercer arco argumental de la Saga del Inicio en la historia de Two Piece, precedido por el Arco de Isla Lignito y sucedido por el Arco de Bigreen Yard.

Historia[]

Sandía amarga[]

  • Admiración fraternal. Volumen I: Velas al viento.
    • El joven Ron, hermano de Jaike, está entrenando duro golpeando un saco de boxeo del doble de grande que él con la camisa desabrochada y notablemente cansado. Detrás, su madre sostiene un pastel con dieciséis velas encendidas, cuyas llamas están a punto de apagarse a causa del aire.

–¿Qué poder otorgará esta fruta? –preguntó Rata para si mismo con cara de curiosidad, dudando entre comérsela y no hacerlo.

–¡¡Vamos!!¡Date prisa, me estás poniendo nervioso!– le instó Jaike.

–Vale, vale…relájate capi…– le respondió Rata en tono pasota.

Después de esto, Rata miró fijamente la gran fruta, se tomó su tiempo para pensarlo y, finalmente, se decidió a darle un gran mordisco y tragar rápidamente. Jaike y Marín lo miraban expectantes. Al tragar, Rata lanzó una sonora exclamación:

–¡¡Waagh!! ¡Qué mala! Estaba…¡AMARGAA!

–¡Yoo shi shi shi!– rió Jaike ruidosamente

–Marurururu…– lo hizo Marín también, pero en voz muuuy baja, casi imperceptible

–No sabía que supiese tan mal…si lo hubiese sabido…–

No le dio tiempo a acabar la frase cuando Canonbolt entró en la que se suponía que iba a ser la cocina, más serio que de lo normal, donde los Relámpago Blanco pasaban la mayor parte del tiempo, ya que su barco todavía estaba sin amueblar o decorar.

–He avistado Isla Numa. Tardaremos unos quince minutos en llegar allí. Preparaos, esto no será fácil– dijo este.

–Vale Canonbolt– contestó Jaike con una sonrisa de oreja a oreja.

–Y gracias por llevar el timón– añadió Marín

–No hay de qué. Además, lo prometido es deuda y yo prometí ayudaros. Y de todas formas, es mi especialidad– acabó diciendo Canonbolt, volviendo a poner la sonrisa infantil a la que los tenía acostumbrados.

–Bien, preparaos– dijo Jaike, aún sonriendo, y con un matiz de confianza en su rostro cogió a Shirotora, salió de la “cocina” y caminó hasta la proa del barco, escrutando el horizonte.

Como la seda[]

  • Admiración fraternal. Volumen II: Hay algo que falta.
    • Mientras Ron engullía su parte de tarta de cumpleaños, su madre le curaba y ponía tiritas en las heridas. En la mesa había una foto de los tres que habitualmente formaban la familia, Jaike, Ron y Yurima (su madre). En la ventana se vislumbraba una sombra mirando hacia el interior de la casa.

Numa

Llegada de los Piratas Relámpago Blanco a Isla Numa.

Pronto llegaron a la isla, que consistía en una gran arboleda acuática, constituida por árboles parecidos al Mangrove, pero menores y entrelazados, formando como una especie de cúpula. La tierra que había quedado estancada en sus raíces constituía toda la superficie de la isla, y por las zonas subterráneas había más de lo mismo, pero con más agua que tierra, y esto provocaba que el suelo estuviera todo anegado y encharcado, formando grandes pantanos. Este isla se asemejaba un poco al Archipiélago Sabaody, solo que estaba en el East Blue, era menor y no tenía islas alrededor.

El barco de los Relámpago Blanco paró al chocar contra la costa de la isla, constituida por raíces y tierra embarrada. Por esta misma causa no se causaron daños en la quilla de la embarcación. Cuando el barco paró, Canonbolt indicó que podían bajar, y Jaike, ansioso, saltó del barco a “tierra firme” seguido por sus camaradas. Canonbolt echó el ancla y bajó también de la embarcación.

Estando ya los cuatro fuera del barco, avanzaron por un camino totalmente anegado, en el que el agua les llegaba por debajo de las rodillas. Allí se encontraron con dos hombres extravagantes y expectantes de la reacción de los piratas. El primero, muy alto y vestido con un esmoquin blanco, de tez morena y grandes bigotes canosos, y que ostentaba una banda en la que se podía leer la palabra “Mayor”. A su espalda había otro hombre igual de alto, pero este iba ataviado con un kimono tradicional de karate. El primero se adelantó y, con una suave reverencia se presentó y saludó a los Relámpago Blanco con una sonrisa pícara:

–Muy buenas, señores míos. Me presento, mi nombre es Bakuchi, el alcalde de Ciudad Panteón y este –Canonbolt se quedó en tensión– es Buro, mi guardaespaldas–

–¿Ciudad Panteón?– preguntó Rata con curiosidad –¿Cómo es que puede una ciudad asentarse aquí, en esta ciénaga?–

–Porque las raíces del centro son mayores, tienen más dureza y están más arraigadas entre sí, por lo que pueden soportar construcciones de madera o bambú– explicó Bakuchi

–¡Aah!–exclamó Jaike, dando a entender que él se hacía la misma pregunta que se compañero.

–Interesante– añadió Marín.

–Bueno, señores, seguidme hasta la ciudad. No es muy seguro caminar sobre estos pantanos solo– les aconsejó Bakuchi, y se puso en camino hacia el centro de la isla, seguido por su fiel guardaespaldas, al que Canonbolt seguía mirando con cierta tensión, pero este no dijo ni media palabra.

Los Relámpago Blanco los siguieron a trabes de aquella extensa ciénaga hasta llegar a un gran portón, con unos kanjis en él. Bakuchi llamó tres veces y el portón se abrió, dejando ver una ciudad constituida por casas de bambú y en el mismo centro se encontraba una plazoleta hecha de piedra como si fuera un mosaico desgastado.

–Bueno– dijo el alcalde –os dejo por aquí. Yo tengo cosas que hacer, y asuntos en los que reparar– sonrió –espero que os divirtáis–

–Yo shi shi shi shi– rió Jaike, admirando aquella extraña ciudad que tenía delante –Estoy seguro de que nos divertiremos– y añadió una gran sonrisa.

Canonbolt, al contrario, estaba alerta, en tensión, como si supiese que el peligro los acechaba. Los cuatro piratas se adentraron en la ciudad rumbo al centro, porque Jaike tenía curiosidad acerca de aquel sitio tan extrabagante.

Todavía en el portón, Bakuchi parecía haber guardado su sonrisa, y tenía un semblante serio. Su guardaespaldas se volvió hacia él mirándolo con serenidad, y después le soltó, sin ningún rastro de aprecio:

RashoNaru

Buro y Bakuchi discutiendo en el portón de la ciudad.

–Tú, ¿cómo va el plan?–

–Un poco de respeto Buro, después de todo, soy el alcalde de este pueblo–

–No me vengas con tonterías, sabes que puedo matarte aquí mismo– contestó Buro a la ofensa de Bakuchi.

–Esumomomo... – rió por lo bajo el alcalde –Lo se, pero no lo harás…por tu bien. El plan– añadió cambiando de tema –va como la seda, esumomomo…

–Así quiere que siga siendo– dijo Buro entornando los ojos.

–Así será–

Irreconocible[]

  • Admiración fraternal. Volumen III: Espía animal.
    • Yurima y Ron descubrieron a un pequeño tanuki que había acudido a la casa por el olor a tarta. Dicho animal se había subido a hombros de Ron y parecía haber hecho buenas migas con este, quien le había dado un trozo de tarta similar al suyo.

Los cuatro piratas caminaban por el pueblo admirando cada casa, cada construcción, preguntándose cómo podían sostenerse sobre aquella isla.

Una vez que se les pasó el efecto de la novedad, Jaike se sentó en una raíz que sobresalía de las demás, y los otros lo siguieron poniéndose en corro a su alrededor.

–Lo primero que deberíamos hacer es conseguir los materiales que nos hacen falta– opinó Marín.

–No– respondió Canonbolt –lo primero que debemos hacer es conseguir que pasemos por incógnitos, porque…– dudó un segundo –porque conozco al guardaespaldas del alcalde. Es uno de los Piratas Ragnar–

–Lo malo es que no tenemos con qué disfrazarnos…– dijo Rata con cara seria, pero con una chispa de diversión en su mirada, y desatándose la bandana del cuello dijo en tono de broma –…yo me echaré este pañuelo por encima y…–

De repente el trapo que cubría el cuello del joven pirata se alargó y ocupó todo su cuerpo, transformándose en una gabardina y otorgándole un sombrero

–Qu…¡QUÉEE! – exclamó Jaike, muy sorprendido y confuso– ¿¡Quién eres tú!? ¿¡y que has hecho con Rata!? –

–¿Eh? Pero…¡Pero si soy yo, capi! – contestó el antiguo ladrón.

Marín se quedó mirándolo con cierta curiosidad, mientras Canonbolt examinaba al joven, pensativo. Estuvieron todos indecisos durante un rato, hasta que de repente Canonbolt reaccionó.

–¡Claro! – dijo golpeándose con el puño en la palma de la mano suavemente –Ha debido ser la fruta.–

–La Fruta del Diablo que comiste– reafirmó Marín.

–¡Ah!– exhaló rata, perplejo a causa de su nueva situación.

–Debía de ser la Fruta Isho Isho – confirmó Canonbolt lo que se le pasaba por la mente.

–¿La Iso-que? – se alarmó el joven.

–Fruta Isho Isho– repitió Canonbolt.

–Isho… Disfraz… Esa debía ser la fruta que tú comiste. – le aclaró Marín.

–¿Solo puedes disfrazarte de eso? A ver, prueba con… Jaike– dijo Canonbolt, expectante.

–¿Disfrazarme del capi? Bueno, voy a ver…–dudó Rata, que seguí confuso por lo que le había pasado y todavía estaba procesando la tromba de información que le habían dado. –Mmmm…vale, allá voy…– contestó, sin estar todavía muy convencido.

Rata incógnito

Rata ataviado con un sombrero y una gabardina a causa de su poder.

Cuando se quitó el trapo de encima, sus nuevas prendas desaparecieron, pero volvió a ponérselo pensando en el joven capitán de los Relámpago Blanco, y cuando abrió los ojos para observar el resultado, sus compañeros lo miraban patidifusos.

–¿Cómo es posible que yo esté ahí, si también estoy aquí? – preguntó Jaike extrañado –Es divertido, yo shi shi…–

–Yo no me veo igual que tu, no es más que un simple disfraz– suspiró Rata.

–Puede que tu lo veas como un disfraz, pero en nosotros produce la sensación de que delante nuestra este la misma persona dos veces– rebatió Marín.

–Pero… lo que no se es si podrá cubrirnos a todos con ese trapito…– dudó Canonbolt, atusándose la perilla.

–¡Eso es fácil de averiguar!– exclamó Rata sonriendo.

El joven se quitó de nuevo el trapo de encima, volviendo a adquirir su aspecto normal, se acercó a sus camaradas y alzó el pañuelito por encima de sus cabezas, que se extendió hasta cubrirlos a todos, otorgándoles gabardina y sombrero. Rata sonrió aún más y los piratas admiraron sorprendidos sus nuevos atuendos

–Pues va a ser que sí podía cubriros a todos, pero no creo que pueda mantener el disfraz a mucha distancia, así que intentad no separaros mucho– advirtió el joven.

Lobo con piel de cordero[]

  • Admiración fraternal. Volumen IV: Nueva amistad.
    • Mientras Yurima recogía todos los platos de la mesa, miraba con ternura a Ron, quien se estaba poniendo de nuevo los zapatos para salir afuera, y al tanuki que terminaba de comerse su pedazo de tarta en el hombro del joven. El joven parecía estar muy concentrado en su próximo entrenamiento.

–Ya podemos ir a por suministros,– recordó Marín – nos hace falta una vela nueva, la del barco nuevo está hecha jirones. También necesitamos alimentos, carne, fruta, agua…–

–¡¡Y bolas de arroz!!– exclamó Jaike, con una sonrisa de oreja a oreja.

–Está bien, bolas de arroz también– admitió el primer oficial.

Los cuatro piratas se pusieron en camino por las calles de Ciudad Panteón, buscando una tienda, hasta que en una de las avenidas encontraron una cabaña notablemente más grande que las demás, en la que ponía en un cartel “Mercado Sei”.

–¡Hablo yo! – exclamó Rata.

Sei

Sei

–Me parece bien– respondió el primer oficial.

–¡Y a mí! – opinó el capitán.

El joven ladrón entró en la gran cabaña-tienda, donde una joven estaba ordenando las barras de pan. Cuando se dio cuenta de que habían entrado cuatro personas, se dio la vuelta y les dirigió una de sus mejores sonrisas.

–¡Hola! Bienvenidos al Mercado Sei. Yo soy Sei– se presentó.

Era una joven guapa de pelo oscuro con bucles, con dos grandes mechones cayendo por sus mejillas y lo que sobraba agarrado con un coletero. Llevaba un delantal atado a la cintura.

–Decidme,¿qué os trae por aquí? – preguntó la muchacha.

–Venimos a atracarte…– dijo Rata en un tono frío.

Tanto la joven como los tres piratas restantes se quedaron de piedra y lo miraron con cara de sorpresa.

–Que no, que no– dijo, agitando las manos y riéndose ¡que era broma!…

[¡Dong!]

–Bu…bueno– pudo decir Rata con un chichón mirando con recelo el humeante puño de Canonbolt– Venimos a comprar unas velas…

–¿Aromáticas? – preguntó Sei, con una agradable sonrisa

–No, no, de las de navegar– le informó Jaike, sonriendo

–¿Sois comerciantes? – preguntó la chica extrañada

–Piratas, mas bien– le dijo Jaike, sin poder contenerse

–Pi…pi…¿piratas?¿Otra vez? –

–¿Cómo que otra vez? – le preguntó Canonbolt, temiéndose lo peor

–Hace dos o tres días, llegaron cuatro personas a la isla, desvalijaron muchas de las casas, y desaparecieron– les narró la tendera.

–¿Los visteis irse? Y lo más importante… ¿hubo algún cambio en la isla cuando desaparecieron?– le preguntó de nuevo el pirata.

–No, no los vimos irse, supongo que lo hicieron por la noche. En cuanto a los cambios…Ese mismo día se eligió a un alcalde nuevo.

Al oír esto, Marín intentó decir algo a sus compañeros, pero no dio con las palabras correctas, e inmediatamente llamó a su capitán.

–Jaike–

–Entonces… ¿el alcalde también está de su bando? Tiene más recursos de lo que yo pensaba– continuó Canonbolt, haciendo caso omiso al primer oficial

–Eh, el buitre está en el nido– continuó diciendo Marín

–¿Entonces también hay que patearle el culo al larguirucho? – preguntó Rata– que lío…

Marín interrumpió de pronto la conversación con una sola frase:

–El larguirucho viene hacia aquí–

Los tres piratas y la tendera lo miraron sumidos en un silencio sepulcral.

–Actuad con normalidad– continuó el primer oficial –No creo que nos reconozca con estas pintas.

Serpiente cazada[]

  • Admiración fraternal. Volumen V: Personal Trainer.
    • Mientras Ron le daba de puñetazos a un saco de arena que colgaba de la rama de uno de los muchos árboles del bosque Magokoro, el tanuki se había colocado una cinta roja en la frente y señalaba al joven cómo debía pegar, dandole animos con sus movimientos. En el rostro de Ron se reflejaba una determinación de hierro.

–Buenas tardes tendera– saludó amablemente el alcalde al entrar , y se fijó en los cuatro extraños personajes que estaban– venía para recaudar el impuesto semanal, pero…atiende a los señores primero, por favor.– dirigiéndose a los cuatro –¿Qué os trae por aquí? –

–Veníamos a por unas velas nuevas para nuestro barco. Sabe… somos comerciantes– le explicó Jaike, sin levantar la mirada del suelo.

Sus tres tripulantes lo miraron con sorpresa, debido a la actitud inteligente de Jaike al no revelar que eran piratas.

–Ah, en ese caso, espero que vuestra estancia aquí os sea placentera– le respondió cortésmente–

Sei se dirigió al almacén, y sacó unas velas blancas, las puso encima del mostrador y miró a los cuatro “comerciantes”.

–¿Esta os vale? –

–Pues claro– respondió Canonbolt, buscando en su gran mochila. Al final sacó un monedero y de él varios billetes y monedas de berries. Le dio un billete a la dependienta y le dijo que se quedase con el cambio. Sei le dirigió una mirada de agradecimiento, pero también de complicidad, y los cuatro piratas disfrazados se dirigieron hacia la salida, no sin antes despedirse de Bakuchi y de ella. Una vez fuera, Canonbolt les indicó que lo siguieran y los dirigió hacia la parte de atrás de la cabaña.

–¿Qué hacemos aquí Canonbolt? – preguntó el primer oficial, que se había sentado y admiraba el filo de su nodachi, quitándole el polvo.

–Quiero ver hacia dónde lleva ese el “impuesto”– y añadió un matiz irónico a la palabra –que acaba de recoger Bakuchi.

–Dejadme eso a mi– dijo Rata, que se había acuclillado en la esquina del edificio, mirando por el borde esperando a que saliera su objetivo– ¡Ahí está! Esperadme aquí.

El joven salió con sigilo de su escondite, andando de cuclillas y buscando otro refugio para no ser descubierto. Se escondió detrás de una gran raíz que sobresalía del suelo y siguió al alcalde a lo largo de su camino por la ciudad, intentando no ser descubierto por este.

Varios metros atrás, los tres Relámpago Blanco estaban dialogando acerca de las probabilidades que tenían si Ragnarok estuviese realmente en la isla.

–En ese caso, tratará de retenernos aquí– le informó Canonbolt– es decir, nuestra máxima prioridad ahora es conservar sano y salvo nuestro barco.

–Hmmm– asintió pensativo, y justo después se dirigió hacia la delantera de la tienda, entrando de nuevo en esta como si fuese su casa. Canonbolt y Marín lo siguieron desconociendo sus intenciones.

–¡Hola Sei!– se dirigió a ella el capitán– ¿puedes hacernos un favor? No tendrás por ahí un plano de la isla, ¿verdad?

–Pues... la verdad es que sí.

Mientras tanto, a dos manzanas de allí, Rata seguía espiando al alcalde por todo su recorrido en la ciudad, hasta que llegó a un edificio notablemente más alto que los demás, puede que de dos plantas, en el cual entró. Rata intentó escabullirse dentro, pero Bakuchi cerró la puerta detrás de sí, por lo que el joven ladrón no pudo entrar. Este optó por ir a contar a los demás dónde había ido a parar el alcalde.

En el “Mercado Sei”, los dos piratas restantes junto con la propia Sei esperaban a que Jaike saliese del almacén, en el cual se había entrado para, según él, “pensar un plan maestro”.

Plan "Jefe": Parte I[]

  • Admiración fraternal. Volumen VI: Victoria arenosa.
    • Fue tal el último golpe de Ron que hizo reventar el saco de boxeo, cubriendo al joven, al tanuki y todo el suelo a su alrededor. El pequeño animal estaba un poco confuso por lo que acababa de suceder, pero Ron saltaba de alegría al haber mejorado mucho sus puñetazos.

El capitán de los Relámpago Blanco ya llevaba diez minutos en el almacén cuando Rata entró por la puerta, y viendo el ambiente callado y expectante, decidió empezar una conversación.

–¿Qué hay para comer? Me muero de hambre...

–Jaike está trazando un "plan maestro" para derrotar a Ragnarok– contestó Canonbolt

–Pero...– se quedó atónito Rata– ¿Eso que tiene que ver con mi pregunta?

–Estaba trazando un plan para hacer salir a Ragnarok de su ratonera– anunció el capitán, abriendo la puerta de un gran portazo y llevando el mapa que antes le había dado Sei en la mano izquierda– para vencerlo no me hace falta ningún plan– añadió sonriendo.

Canonbolt iba a decir algo, pero decidió comerse sus palabras y extender la mano para que Jaike le cediera el mapa. El capitán le correspondió y el pirata, al mirar el plano, e quedó atónito

–¿Eso es todo?¡¿Cómo piensas hacerlo salir con esto?!Y...¿para esto has tardado diez minutos?–

–Saldrá, ya lo veras. En cuanto a lo segundo... tardé dos minutos en idearlo, y los otros ocho minutos en dibujar todas las líneas en el mapa.

–Todas... las líneas...

–Solo hay una flecha en el mapa– apuntó Marín

–Pero con muchos detalles– añadió Rata

–Bueno, este es el plan...

A varias manzanas de allí, en la segunda planta de un edificio claramente más alto que los demás, un hombre alto observaba la ciudad por una persiana semiabierta, cuando se abrió la puerta de la habitación de repente y entró el alcalde por ella con una bolsa en la mano, la cual dejó sobre el gran escritorio.

–Aquí tienes jefe, otro de los "impuestos" recaudados, esumomomomo

–Eso es secundario– respondió relajado el hombre que miraba por la ventana– ¿Los tienes vigilados?

–Emmm... la verdad es que los perdí de vista nada más entrar a la ciudad...

–Ya te dije que no se podía confiar en este estúpido– le dijo Buro, que se había apostado en la puerta justo después de que Bakuchi entrara–, deberías haberme confiado a mi esa misión.

–No olvides que Canonbolt te conoce, y si iba con ellos...

–Sí, iba con ellos

–Entonces conoce nuestra forma de actuar. Has dado la orden de abordar el barco, ¿verdad?

El "guardaespaldas" asintió.

–Bien. Bakuchi– llamó al alcalde, el cual se hacía el tonto ordenando unas figuritas de una estantería. Este se giró sobresaltado– Dime cuantos piratas eran.

–Eran cuatro en total, señor.

El hombre de entre las sombras se giró y cogió un caracolófono, estableciendo una llamada. Al hablar, dejó entrever unos dientes afiladísimos. Desde el otro lado de la línea, una voz animada contestó a la llamada.

–Hola capitán. Ya era hora de que dieras alguna orden, estaba empezando a aburrirme...Dime, ¿cuál es mi objetivo?

–Limítate a que no se acerque ningún barco... "non grato". No quiero a gaviotas fisgonas por aquí... Parece que vamos a tener diversión...– dejó entrever una sonrisa, demostrando que todos sus dientes estaban igual de afilados.

–¡Understood!

[Parte oeste de la isla]

Marín y Rata caminaban por los caminos empantanados por los que Bakuchi los había conducido hace unas horas, pero en sentido inverso, dirigiéndose hacia la costa. El primer oficial iba tan tranquilo como siempre, pero Rata parecía un poco molesto.

–¿¡Por qué tengo que venir yo!? ¿Es que no había otro? Podría haberte acompañado Canonbolt...

–Piensa que a lo mejor nos tenemos algo de acción, había empezado a entumecerme.

Esta idea pareció calmar al joven ladrón.

[Parte este de la isla]

–Ahora entiendo por qué llamaron a esto Bahara... ¡PUAJ! Quién me mandaría a mí venir aquí sin unos zapatos...– a causa de su grito, varios pájaros salieron de los árboles desperdigados, lo que hizo al pirata mirar hacia arriba– ¡Fiiiiiiu! Vaya altura, tío...

[Mercado Sei, Ciudad Panteón]

–¿Cómo sabes que este plan va a salir bien?– preguntó la joven al capitán de los Relámpago Blanco, a lo que este le miró por encima de sus gafas de sol.

–No confío en que el plan salga bien. Confío en que mis compañeros sacarán adelante el plan– contestó sonriendo –Y bueno, ya ha pasado el tiempo, tengo que ser lo más rápido posible, pero que a la vez me vean. ¡Nos vemos, Sei!

–Hasta luego, Jaike–

El pirata salió corriendo por la puerta y se dirigió al mismo centro de la ciudad.

[Shir Khan, barco de los Piratas Relámpago Blanco]

–¡¡VAMOS GANDULES!! ¡El vicecapitán confía en nosotros, no podemos fallarle!– gritaba un hombre vestido de alto oficial del ejército, pero con unos ropajes grisáceos y agitando una sable en el aire– ¡Hay que incapacitar este barco cuanto antes! A ver si puede ser que esta vez me asciendan...

Deambulando por todo la cubierta del barco Shir Khan había unos veinte piratas ataviados con ropajes militares de color gris a juego con el que parecía ser su comandante. Estos intentaban abrir la cerraduras de cada una de las puertas.

–A este paso ni llego a limpiarle las suelas al capitán...– se lamentaba el comandante

–¡¡BUTTON-SAAAN!!¡DOS PIRATAS A LAS CUATRO!

–¿¡Eh!?

El comandante, que al parecer se llamaba Button, se volvió y vio a dos hombres andando relajadamente hacia el barco. Sonrió un momento y se giró hacia sus subordinados.

–¡Chicos, tenemos compañíaaaaa!¡Demosles una buena bienvenida!– les gritó– A ver si con esto me ascienden...– pensó para sí.

Plan "Jefe": Parte II[]

  • Admiración fraternal. Volumen VII: Buscando nuevos desafíos.
    • Ron prepara una gran mochila metiendo calcetines, ropa variada, algo de comida y recursos, en lo que el tanuki lo está ayudando. Mientras, Yurima habla por caracolófono con alguien desconocido.

–Al final si que ibas a tener razón y vamos a poder divertirnos un poco– admitió Rata

–Habrá como unas veinte personas... calculaba Marín en voz alta

Mientras se iban acercando, Button envió a cinco de sus hombres como avanzadilla, mientras él hacía una llamada.

–Sí, aquí el comandante Button, se acercan los novatillos a mi posición, el oso viene a la miel y la escopeta está cargada, repito el oso...

–Cállate ya, pesado...– le respondió una voz relajada al otro lado de la línea –No los dejes llevarse el barco, creo que con veinticinco de mis hombres y tu sobráis para acabar con ellos, pero con el traidor os será algo más complicado...

–...

–Button, responde.

–Querrá decir con veinte de sus hombres capitán... acabo de ver cómo derribaban a cinco de ellos sin esfuerzo alguno...

–Encárgate y no dejes ningún rastro de ellos– empezaba a impacientarse el hombre del otro lado–, no falles esta vez...

¡Got'cha!

Con cinco piratas inconscientes a sus pies, Rata y Marín miraron al que parecía ser el jefe de los piratas presentes en el Shir Khan, y siguieron adelante por encima de los piratas derribados camino del barco. Al ver esto, Button ordenó a todo el mundo replegarse al la cubierta del barco y atacar cuando los piratas subiesen a este.

– ¿No te parecieron algo flojos esos piratas?– preguntó Marín, sin dejar de mirar al barco y avanzar hacia él.

–Sí– respondió Rata–, pero ese del bigote parecía más tocho...

–Déjamelo a mí.

–¿Qué?¿Por qué?

–Porque si esta parte del plan no funciona, todo se irá al traste. Como primer oficial de la banda, asumo la responsabilidad.

–¡Sigo sin estar de acuerdo!

Los dos piratas continuaron con su discusión hasta llegar a los pies del barco, donde decidieron jugarse al "pez gordo" a piedra papel o tijeras. El vencedor fue Marín, y Rata expresó su descontento mientras maldecía al karma. Una vez aclarado el asunto, se dispusieron a subir al navío por la escalerilla de este. Button, desde dentro, escuchó toda la conversación y ordeño a sus hombres prepararse para atacar a una sola orden suya. En cuanto escuchó los primeros pasos en la cubierta, dio la señal de atacar y todos los piratas, junto a él, salieron de su escondite. En lugar de dos, solo había un joven de pie el la cubierta, con las dos manos en los bolsillos y una mirada relajada.

–¡Sorpresa!

–Pero... ¿qué...?

Room...

De repente, una delgadísima cortina azulada se formó en torno a la mayor parte de la cubierta del barco, y todos los que estaban sobre ella empezaron a levitar, incluido Rata. De repente, el primer oficial de los Relámpago Blanco subió a bordo y pronunció la palabra Tact. Al darse cuenta de que todos sus hombres estaban inmovilizados, Button desenvainó su sable y lanzó un corte a distancia hacia Marín, el cual antepuso su nodachi y paró el ataque. Después de esto, se teletransportó con el Shambles hacia este y los dos empezaron a intercambiar estocadas flotando en el aire. Mientras, el joven ladrón se dedicaba a dejar fuera de combate a todo el que estuviera al alcance de sus cuerdas.

–Eh, Marín... Rope Action: ¡Constrictor Mamba!... ¿Qué tal si te dejas de jueguecitos y cumplimos con nuestra parte?

No terminó muy bien de decir esto cuando el primer oficial replegó el Room y todos los piratas cayeron de nuevo a la cubierta, esto favoreció al encuentro de los dos espadachines, puesto que en tierra podían moverse bastante mejor y con más fluidez, pero a Rata no hizo más que perjudicarle, puesto que varios piratas se lanzaron a por él al mismo tiempo. No obstante, supo defenderse bien y fue despejando el barco echando a los piratas por la borda.

–Ríndete, no tienes nada que hacer contra un pirata de alto rango como yo, así que... ¡Agh!

Marín no daba tregua a Button, el cual ya estaba empezando a cansarse de tanto jueguecito.

–Vamos a dejarlo por ahora– dijo Marín– tengo cosas importantes que hacer

Con un ligero movimiento, Marín se posicionó a la espalda de Button y se asestó un gran corte por la espalda, lo que hizo que este se derrumbara en el suelo. Fue Rata el que se ocupó de dejarlo a la orilla de la isla mientras que el primer oficial preparaba todo lo necesario para zarpar.

Una vez estuvieron lejos de la costa, Button sacó de nuevo su caracolófono e inició de nuevo una llamada al mismo hombre de antes, pero esta vez para darle malas noticias.

–Ca...ca...capitán, nos han... vencido...

–¡¡¡QUÉ!!!– ya no quedaba rastro de la voz calmada y serena de antes, sino que ahora era furiosa, despiadada– ¿¡No has podido vencer a cuatro novatos!?

–Co...co...¿cómo que cuatro, se-señor? Eran...solamente d...dos–

–Dos novatos os han arrebatado el barco a veinticinco piratas...– enunció, como si todavía no se lo creyera del todo– Espera, eso quiere decir...¡Buro, quiero a todos los piratas buscando a los dos novatos restantes por todo el pueblo! ¡Y que lleven a todos los ciudadanos a la plaza principal! Y tú...– dijo retomando su conversación principal, otra vez con una voz gélida– arréglatelas como puedas, pero te quiero aquí en diez minutos coordinando la búsqueda.

–S-s-sí, mi... capitán...

Button no pudo hacer nada más que desplomarse en el suelo inconsciente después de terminar la conversación.

[Bahara, parte este de la isla]

Después de varias sacudidas, Jaike apareció de entre unos arbustos caminando por el pantano. En unas ramas estaba sentado Canonbolt, mirando a la costa. Jaike intentó acercarse con sigilo y gastarle una pequeña bromita, pero el pirata se dio cuenta en seguida de su presencia.

–Me has estado esperando, ¿eh?

–Bueno, es lo que me dijiste que hiciera. ¿Cómo has tardado tanto?

–Tenía que conseguir que algunos de los ciudadanos me viesen para que nos buscaran por la ciudad.

–Ahora solo queda esperar a esos dos.

[Ciudad Panteón]

–¡Desplegaos por todas las viviendas y rebuscad por todos los rincones a esos novatos!– ordenó Buro a una inmensidad de piratas uniformados que se habían concentrado en la plaza de la ciudad –Y de paso... traed aquí a los ciudadanos... podrían saber algo.

–¡¡SÍ, SEÑOR!!

La gran multitud se fue dispersando entrando a todos los edificios de Ciudad Panteón, registrándolos de arriba a abajo y escoltando a todos los civiles hacia la plazoleta. También le tocó el turno al Mercado Sei, pero no había nadie allí cuando entraron a registrarlo. No obstante, este hecho no les pareció raro a ninguno de los piratas y siguieron con su tarea sin darle mayor importancia.

En cambio, Sei corría a las afueras de la ciudad con un caracolófono en la mano, intentando establecer contacto con otro de estos animales.

–vamos, vamos, contesta...

Al otro lado de la isla, Jaike seguía oteando el horizonte en busca de un barco con mascarón de tigre que se acercase a su posición, cuando escuchó un zumbido detrás de él. Cuando miró hacia atrás Canonbolt estaba rebuscando algo en su mochila, y lo que sacó era un caracol que estaba balbuceando algo.

Bereberebereberebere... Bereberebereberebere...

Canonbolt descolgó una especie de auricular que llevaba incorporado a la concha (¡Got'cha!)y empezó a hablar por él:

–¿Sí?

–¡¡CANONBOLT!! ¡¿Estás ahí?!

–Sí, pero... ¿qué pasa?

–Lo-lo-los piratas... han vuelto y están reuniendo a todos las personas en la plaza... si son como tú dijiste...me temo lo peor.

–J-Jaike...

–Mi plan funcionó– contestó este sonriendo.

–¡No es tiempo de alegrarse! Si no hacemos algo los matarán.

–...– Jaike solo se lo pensó un segundo antes de salir a correr hacia la ciudad, dándole la orden a Canonbolt de continuar esperando a que llegasen Rata y Marín con el barco, y que después fuesen hacia la ciudad a ayudarle.

–¿Ayudar?¿No estás pensando en...?

Jaike no respondió a su pregunta, aunque estaba lo suficientemente cerca para escucharla. En cambio siguió corriendo a toda velocidad, pero no a la velocidad del rayo porque el agua de los pantanos le impedía utilizar gran parte de su poder.

De nuevo en la ciudad, una gran tumulto estaba en la plaza rodeado por un corro de piratas, mientras que los demás esperaban alrededor de este. De pronto, unos cuchicheos empezaron a surgir entre los piratas mientras unos pasos se acercaban hacia la plazoleta.

–Es...¿es él?

–Eso parece...

El recién llegado se abría paso entre los piratas hasta que llegó a la altura de Buro, el cual se encontraba estrictamente detrás del corro de soldados. Cuando este desconocido llegó hasta él, este lo miró. Se trataba de un hombre alto con el pelo rizado violáceo, vestido con ropas elegantes y un gran abrigo de piel. En su mirada se podía ver tranquilidad, pero también odio y su sonrisa estaba plagada de dientes muy afilados.

Ragnarok

El capitán Ragnarok hace acto de presencia.

–Por fin, capitán...

Todos los piratas se pusieron firmes y se llevaron la mano derecha extendida hacia la frente. Buro se giró hacia él.

–¿Qué hacemos ahora... capitán Ragnarok?

Este último sonrió.

–No os han dicho nada... ¿verdad?

–No, señor

–Apuntadlos con lo fusiles...

El corro de soldados se retiró, y los sucedieron otros armados con escopetas. Cargaron las armas y apuntaron a los civiles de la multitud.

–Preparados...

–¡¡EEEH!!¡¡DEJA A ESAS PERSONAS RAGNA-COMO SEAS!!

Subido en uno de los tejados contiguos a la plaza estaba Jaike, sentado con las piernas y brazos cruzados y mirando hacia abajo, pero se intuía el tono de enfado de su voz. Levantó la cabeza y miró directamente a Ragnarok.

–¡ES A MÍ A QUIÉN BUSCAS!

Continuará...

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