One Piece Fanon
Advertisement
Arco de la Isla Criminal

Arco de la Isla Criminal
ArcoDeLaIslaCriminal
Información
Número de capítulos N/A
Anterior Arco de Dragonstone
Posterior N/A
Creador SacredOwl

El Arco de la Isla Criminal es el segundo arco de la historia de los Piratas New Beat.

Capítulo 4: Entonces llegamos a Isla Re

A la edad de 5 años, fui de paseo con mis padres. Estabamos tranquilos viendo las olas del mar, cuando sentí que me hacía falta algo, me di la vuelta para hablar con mi madre y ella no estaba ahí. Comencé a gritar, hasta que ella me encontró y me abrazó, no sé cuanto tiempo estuve solo, o si en realidad me perdí, pero el pánico que experimente en ese momento fue inexplicable.

Más o menos así me sentía en este momento. Simón y yo nos encontrábamos solos en el barco, no entendíamos como llegamos a ese punto, a parte del gato gigante de 6 colas no recordábamos nada. Simón había apretado el botón de máxima propulsión, pero eso no explicaba porque estábamos enfrente de una isla cuyas características no coincidían con ninguna de la islas vecinas de Dragonstone.

— Deberíamos acercarnos más a la costa, tal vez en esa isla podamos definir en donde demonios estamos. — La sugerencia de Simón era lo mejor que podíamos hacer. Simón colocó sus manos sobre el timón e hizo que el barco girara, presiónó el botón de propulsión normal para que el barco se moviera con libertad hasta la extraña isla cónica que teníamos en frente.

No pude evitar pensar en el lúgubre ambiente que la isla mostraba. Desde que llegamos a la costa tuve un mal presentimiento sobre la isla, pero debíamos continuar hasta llegar al pueblo más cercano.

— "Usted está entrando a Isla Re, por favor cuide sus pertenencias, la alcadía no se hace cargo de objetos perdidos o robados" — Desconcertado, Simón leyó el cartel que estaba en la entrada del pueblo. — ¿Qué clase de Isla no se hace cargo de los delitos que se cometen en la misma?

Al instante, sentimos como algo se movía con gran velocidad. Tomó uno de los abanicos de Simón y continuó corriendo. Simón y yo le perseguimos, la figura dirigió su mirada hacia atrás y al instante, un gran rayo fue disparado desde la punta de su dedo hacia nosotros. Mi tiempo de reacción fue bastante rápido. Utilizando el poder de mi fruta logré colocarme frente al bandido que se estaba llevando el abanico de Simón, justo cuando tomé el abanico, y me dirigí a golpearle, observé su cara.

— Eres una mujer.

La chica me golpeó fuertemente en la cara, al instante, hizo a tomar el abanico nuevamente, pero fue detenida por Simón, quien de no haber sido porque la chica lanzó otro rayo desde su boca, habría sido noqueada en ese mismo punto por el golpe del abanico de Simón.

Escapó rápidamente, sin que pudiéramos percatarnos, la chica ya no estaba allí, los abanicos de Simón estaban intactos. Al seguir nuestra ruta hacia el pueblo, observamos una casa bastante demacrada, y la cual tenía un rótulo en el que se leía "Alcaldía de Isla Re".

Capítulo 5: Entonces nos explicaron

Nos adentramos en el edificio de la alcaldía. Parecía estar desolado desde hace varios años, mostrando sobre todo un aura bastante tétrica, bastante similar a la cual mostraba el resto de la isla. Oímos como alguien daba lentos pasos por las escaleras, los pasos eran tan inestables que hacían parecer que las escaleras eran infinitas. Al detenerse, oímos una voz temblorosa que nos decía «S-s-sal-g-gan de a-a-ahí.»"

— ¿Qué salgamos de donde? — Comentó Simón en voz alta y bastante fastidiado. Un anciano de baja estatura se presentó frente a nosotros, sus ropas desgastadas y su aspecto sucio nos causó sorpresa. Resultaba curioso como por su gran temor no lograba mantenerse en pie, sobre todo por lo mucho que sus piernas temblaban.

— ¿Quienes son ustedes? — Preguntó con un tono de voz que combinaba confusión con enojo. — ¿Ladrones?

— No. — Negué fuertemente. Aunque la verdad no sabía si me encontraba molesto porque nos llamara ladrones. — Somos piratas... o al menos eso creo... — Contesté sin bien saber que eramos ahora que huimos de Dragonstone. — El asunto es que nos trataron de robar justo cuando entramos en la isla, pero no fuimos capaces de---

— Detente ahí mismo. — Dijo el anciano haciendo un gesto con su mano y manteniendo rígido su dedo índice de la mano derecha. — ¿Trataron de robarte y no lo lograron?

— Exacto.

— ¿Y recuerdas la cara del ladrón? — Por la expresión de su cara no parecía sorprendido. Comenzó a avanzar hacia el empolvado escritorio que se encontraba en el salón, sin embargo, al ver lo sucio y lo lleno de baratijas que se encontraba, decidió no sentarse en él.

— Lo único que recuerdo es su cabello naranja, y bueno... supongo que su capacidad de disparar rayos de su cuerpo. — La verdad cuando lo dije pude suponer al instante que era una consumidora de fruta del diablo, pero su habilidad era bastante curiosa.

— Uno de los Big Mouse. — Para este momento, poco comprendía exactamente que significaban las palabras del anciano, y muchos menos comprendía que sucedía exactamente en esta isla. — Oh, perdonen mi falta de educación. — Se puso en pie y limpió su mano con su camisón. — Mi nombre es Reno, soy... fui, el alcalde de Isla Re durante... — Su tono de voz se fue apagando, sorprendiéndonos a mí a Simón. — 30 años... hasta que ese maldito Reginald atacó. — Pasó de sonar bastante apagado a mostrarse fúrico. — El Gremio de los Ladrones, es una organización criminal que tomó control de la Isla hace ya 10 años...

— ¿Y exactamente por qué no han hecho nada? — La cara de Simón mostraba incredulidad, y por lo que yo podía definir, no podía creer lo estúpido que sonaba lo que acababa de decir el alcalde.

— Reginald, su líder, no es solo un ladrón... también es un asesino. — Nos miró fijamente por encima de sus lentes. — El fundador del Gremio fue un hombre que en su juventud robó, su reputación empeoró aunque después del primer robo no volvió a tocar algo que no fuera de él... fundó el gremio con la finalidad de que los ladrones que querían cambiar su vida se reinvidicaran. — Se retiró sus lentes y los limpió con una mantilla. — Cuando Reginald apareció, asesinó a su fundador, tomó el liderato del Gremio, y desvió la finalidad del mismo.

— Espera a ver si comprendí. — Simón parecía mucho más confundido que al inicio. — ¿Eso significa que ahora todos son ladrones y que no hay nadie que los detenga? — Simón parecía enojado, cada una de las palabras que salían de su boca parecían mostrar desprecio hacia cada ciudadano de la isla. — ¿Por qué nadie hace nada?

— Por el simple motivo de que nuestro querido Reginald tiene una recompensa de Belly20.000.000.

20 millones... ¡En una isla tan pequeña como esta! Lo que más me sorprendía, era saber que ni el Gobierno Mundial ni la Marine hacían nada con respecto a ello.

— Reginald ya es un hombre de avanzada edad, por lo que recurre constantemente a su segundo al mando, Renzo "El General Rata". — Observó una taza de té que se encontraba bastante sucia, miró su interior y decidió colocarla donde estaba nuevamente. — Y a su vez, este hombre recurre a los cuatro... perdonen, tres, Big Mouse... — Tras decir estas palabras, Reno comenzó a reírse fuertemente, su risa nos confundió bastante a Simón y a mí, que no lograbamos comprender exactamente porque se reía tanto. — Rehehe... perdonen... lo siento... hace unos meses un hombre apareció por aquí, venía en este barco pirata gigante, más grande que nuestra isla. — Volvió a reírse fuertemente. — Muchos creerán que Renzo y Reginald eran los más fuertes de la organización, ¡pero no! ¡Conrad! ¡Ese hombre era fuerte! — Secó sus lágrimas causadas por tanto reírse con el mismo pañuelo con el cual había limpiado los anteojos. — Y ese pirata se lo llevo... Conrad era extranjero aquí en Isla Re, es fácil de definir puesto que su nombre no empezaba con el prefijo "Re-", todos los nativos tenemos un nombre que empieza así, es nuestra marca.

— Espera. — Le detuve ahí mismo para aclarar exactamente lo que acababa de oír. — ¿Que no dijiste que la joven que hizo el intento de robarnos era un Big Mouse? — Pregunté al recordar el inicio de la conversación, ya que noté su similitud con lo que nos acababa de decir.

Renny, "La Dama de los Rayos". No es considerada tan buena ladrona, más que ladrona es más una destructora. — Al decir estas palabras dirigió su mirada hacia mí. Sus ojos habían cambiado, de repente me sentía amenazado por el anciano que tenía frente a mí. — Te advierto, antes que hagas algo estúpido. — Hizo énfasis en esa última palabra. — Entrometerse con Renny, es hacerlo con el mismísimo Rey Rata, a menos que quieran llamar la atención de Reginald y de su ejército de ratas, los invito a enfrentarse con ella.

Capítulo 6: Entonces cometimos un fatal error

Una vez salimos del antiguo edificio de la alcadía, comprendimos porque toda la isla se mostraba tan tétrica: todos vivían en un constante pánico, y se aferraban a lo material ya que robar no era un delito en la isla.

— Por Dios... vaya que eso fue algo sumamente extraño. — Me comentó Simón mientras avanzábamos hacia la playa, lugar donde habíamos dejado el barco.

— Me parece inconcebible que todo un pueblo se haya rendido hacia un pequeño grupo de ladrones. — Sentía rabia, no entendía como es que se dejaban manipular tan fácilmente y como es que no habían pedido ayuda nunca a la Marine.

Continúamos hacia el mar. El atardecer ya comenzaba a caer, la verdad nunca había visto uno tan cerca del océano. Siempre los observaba desde mi recámara, no era lo mismo, este en especial era espectacular.

Las palabras de Reno resonaron en mi mente durante todo el camino. ¿Cuales podían ser las consecuencias de hacerle algo a esta tal Dama de los Rayos?

Cuando llegamos al barco teníamos una visita inesperada. Una figura de alta estatura, y con su torso completamente desnudo, se encontraba sentado en una silla en el centro de nuestro barco. En sus bolsillos llevaba dos pistolas. Al observar nuestra llegada, se levantó de la silla.

— Supongo que se estarán preguntando quien soy. — Su lenguaje corporal no se mostraba a la ofensiva, parecía más amigable de lo que asimilaba ser, lo que nos hizo bajar nuestra guardia. — Mi nombre es Renzo, y soy la mano derecha de Reginald. — Comenzó a realizar un pequeño recorrido en el barco. — Fui enviado por el maestro, se me informó que ustedes casi le hicieron daño a Renny, nuestra querida protegida. — Su tono de voz se volvió oscuro, y su lenguaje corporal cambió, todo su cuerpo se mostraba tenso, y fúrico. — Esta es su primera y última advertencia, mis jóvenes intrusos. Si ponen un solo dedo encima de nuestra querida Renny, se las verán conmigo.

Se movió tan rápido que fuimos incapaces de observar como se posicionaba detrás de nosotros. Al instante bajó del barco, y su figura desapareció al instante.

•••

A la mañana siguiente, Simón y yo estábamos preparados para irnos. No estábamos exactamente preparados para retirarnos, y siendo sincero, ninguno de los dos sabía algo de cartografía o de como navegar un barco. Habíamos escapado de Dragonstone por sorpresa, y la verdad desconocíamos hasta el momento como habíamos llegado al East Blue.

— Pues, tal vez el anciano sepa de alguien que sepa de cartografía y nos pueda enseñar algo rápidamente. — La verdad era una buena idea, en el peor de los casos, no había nadie y tendríamos que valernos por nosotros mismos.

— Lamentablemente el único cartógrafo de la isla falleció hace 2 años. — Las palabras del longevo Reno fueron bastante desalentadoras.

— Pues... supongo que tendremos que valernos por nosotros mismos. — Estaba decepcionado, nada más necesitábamos saber algo de navegación, eso era todo.

Al salir de la alcaldía, justo al lado de la alcaldía, vimos a la joven ladrona bastante herida. No entendíamos que había sucedido, ni mucho menos entendíamos porque estaba justo al lado de la alcaldía.

— Podría ser una trampa. — Me dijo Simón, pero no le escuché, preferí escuchar mi intuición. La cargamos hasta nuestro barco, donde con mi poco conocimiento médico logré curar algunas de sus heridas.

Durmió prácticamente todo el día. Durante la noche se mantuvo estable, y sus heridas continuaron sanándose sin problema. Me encontré todo el tiempo a su lado, observando que sus signos vitales se mantuvieran bien. A mitad de la noche se despertó con pánico, no entendía donde estaba ni que estaba sucediendo. Cuando observó mi cara, se alteró más.

— ¿¡Por qué me salvaste!? — Gritaba enloquecida, y yo no terminaba de comprender porque se comportaba así, le acababa de salvar la vida y no se mostraba exactamente agradecida por mis acciones. — Lo que menos quería era que vinieran hacia ustedes, pero ahora... ahora... los acabarán...

Renny comenzó a llorar. Sus palabras eran muy fuertes, pero yo en mi inocencia no comprendí el peso que sus palabras iban a tener en el futuro.

Capítulo 7: Entonces la advertencia cobró vida

Cuando Renny logró calmarse, decidió salir de su habitación a tomar algo de aire. Se mantuvo frente viendo el movimiento del océano, con sus brazos cruzados y viendo como el sol comenzaba a salir a lo largo.

— Odio esta isla. — Dijo mientras yo me acercaba sigilosamente hacia ella. — Reginald me adoptó cuando yo era una bebé, y me entrenó para ser la mejor ladrona de la isla. — Todo esto me lo decía sin dirigir su mirad hacía mi persona. — Pero nunca quise ser ladrona. Mi sueño en realidad es explorar todo el océano, y poder crear el mapa más completo de todo el mundo. — Volvió todo su cuerpo y me miró fijamente. — Durante varios años de mi vida estuve recibiendo clases de cartografía con el mejor cartógrafo de la isla. No era exactamente un local, de hecho fue un extranjero que viajó por mucho tiempo y terminó residiendo en Isla Re. — Nuevamente comenzó a sollozar, trataba de mantenerse fuerte, pero con cada palabra que trataba de expresar, su voz se quebraba más. — ¡HASTA QUE ESE MALDITO DE REGINALD LO MANDÓ A MATAR!

Ira, esa era la única palabra que podía describir como se sentía Renny en ese momento. Cada una de sus palabras mostraba el gran resentimiento que tenía contra quien era su figura paterna.

— ¿Y por qué no has huido? — Mis palabras eran sinceras, no planeaba hacerle daño, mi preocupación era verdadera.

— Justamente eso fue lo que intenté hacer ayer. — Su voz cada vez se apaga más. — Me puso de tarea derrotar a Renzo... tras prácticamente asesinarme, Reginald se acercó y me dijo "Nunca te irás de esta Isla". — Se tocó suavemente justo debajo de su pecho izquierdo. En esa zona tenía una herida de arma punzo cortante, la cual fue bastante complicada de sanar. — Gracias por tu preocupación, pero creo que nunca podré salir de esta maldita isla.

•••

Renny pasó el resto del día con nosotros. La habíamos juzgado mal. Por lo que nos había dicho, debido a su puesto como uno de los Big Mouse, estaba en la obligación de realizar por lo menos 3 robos por semana, por eso había intentado robar uno de los abanicos de Simón.

— Isla Re es bastante particular. El Gobierno Mundial dejó de preocuparse por nosotros cuando se percataron que Reginald era el líder. — Nos comentó mientras tomaba un pedazo de carne que había cocinado Simón.

— No puedo crear que tenga una recompensa de Belly20.000.000. — Indicó Simón todavía impactado. Si bien este dato nos lo había dado Reno, era impresionante todavía saber de alguien con una recompensa tan alta.

— Jumm... eso no es nada... — Renny sonaba bastante burlista. — Conrad... antes de irse su recompensa era de Belly 150.000.000, si mal no recuerdo, el último aviso de su recompensa que tuvimos era de Belly 234.000.000.

«¿Qué demonios?» fueron las palabras que se me vinieron a la cabeza. ¿Una recompensa tan alta en el East Blue? Se supone que este era el mar más calmado de todos porque nadie parecía tener recompensas muy altas, pero ese número era gigante.

— Pero Conrad no era originario de esta isla, si mal no estoy me dijo que era de algún lugar después del Grand Line. — Suspiró y esbozó una gran sonrisa. — Muchas gracias por tenerme aquí.

— Renny... nos tenemos que ir...

Esa voz no era de ninguno de nosotros. Ni Simón ni yo hicimos tal comentario, pero cuando observamos, el hombre alto que nos visitó el otro día estaba ahí, detrás de Renny, quien estaba congelada, no hacía ni un solo movimiento en su cuerpo.

Simón fue el primero en reaccionar. Tomó sus abanicos rápidamente e impactó fuertemente a Renzo, enviándolo fuera del barco. Sin embargo, al instante, el mismo saltó nuevamente desde el exterior y sacó sus pistolas, disparando múltiples veces contra Simón, quien gracias a sus movimientos ágiles, reflejó todas y cada una de las balas de Renzo.

Impresionado, Renzo apareció detrás de Simón y trató de dispararle justo en la cabeza, sin embargo, fue impactado rápidamente por un rayo de Renny. Provocando así que su mano fuera congelada por el rayo celeste de Renny.

Renzo dirigió su mirada hacia Renny, y al instante, este dio un silbido potente. En pocos segundos, una gran cantidad de personas comenzó a subir al barco. Tenía que hacer algo, por lo que comencé a moverme rápidamente golpeando a todos los que veía. Gracias al poder de mi fruta, mis golpes iban aumentando por lo que noqueé bastantes ladrones, pero estos no paraban de aparecer, Renny estaba ya rodeada de ladrones que no la soltaban, y Simón todavía estaba tratando de hacerle frente a Renzo.

— Deténgase todos.

Esa voz era nueva. Cuando dirigí mi mirada hacia la dirección en la cual esa voz provino, pude observar como había un anciano en el centro de todo el tumulto. Sus ropajes blancos lo hacían ver más grande de lo que era debido a lo abultados que eran. Sin embargo, su tamaño era bastante pequeño.

Comenzó a caminar hacia mí, y me sonrió. No era una sonrisa cálida y amistosa, por el contrario pude notar como su sonrisa era en son de amenaza.

— Soy Reginald. — Se presentó, aunque se notaba la molestia en su voz. — Soy el líder del Gremio de los Ladrones, pero probablemente ya ese maldito de Reno te ha dicho todo lo que puede sobre mí. — Sacó su espada, se veía roja, ensangrentada. — Les advertimos, y cumplimos nuestra advertencia... Reno ahora descansa debido a los actos imperdonables que han cometido en esta isla. — Envainó su espada cuidadosamente. — Retírense, a menos que quieran que el próximo en morir sea alguno de ustedes dos.

Chasqueó sus dedos, y al instante, todos los ladrones desaparecieron. Sin embargo, 4 se quedaron en el barco.

— Retsu, Remini... esposen a Renny, ella viene con nosotros.

Los ladrones se movieron rápidamente para atar a Renny. Mis movimientos fueron veloces por lo que golpee a cada uno con la fuerza que aún me quedaba tras no haber fallado golpes, sin embargo, antes de poder lograrlo, Reginald tenía su espada apuntando a mi garganta.

— Mi querida espada es una Saijo O Wazamono... — Era impresionante el ver como cada una de las palabras que salían de su boca no mostraban ni una pizca de compasión. — No creo que quieras probar su potencia, así que deja que nos llevemos a Renny.

— Ed... vamos, no lo intentes.

Simón tenía razón, no podía hacer nada, eramos 2 contra 4, y claramente la fuerza de ellos era más grande que la de nosotros dos.

— Perdóname... Renny...

Me sonrió, y antes de que la esposaran comenzó a caminar hacia Reginald, quien le colocó unas esposas de Kairoseki. Las reconocía, en Dragonstone las teníamos.

Capítulo 8: Entonces decidimos atacar

— Tenemos que ir por ella. — Firmementé le indiqué a Simón, quien sentado en nuestro barco se rehusaba a escuchar una sola palabra de mi boca.

Yo no conocía límites. Ser el heredero al trono me había convertido en alguien que con solo abrir la boca conseguía todo lo que deseaba, pero en este momento no era un príncipe, en este momento no era el heredero al trono de Dragonstone, solo era un niño mimado que no pudo rescatar a la damisela en peligro.

Solo tenía dos opciones: Huía de Isla Re, dejando a Renny en manos del Gremio de los Ladrones para que la torturaran e hicieran con ella lo que deseaban, o tomaba cartas en el asunto.

— Reginald es un hombre peligroso, Ed. — Hasta este punto, la única persona que me había llevado la contraría en mi vida era mi abuela, ella era la voz de la razón y siempre me indicaba cual era el camino correcto, por eso lo sentía normal. Pero ahora que esa persona era Simón, solo quería explotar. — Hice unos cuantos cálculos. Solo somos tú y yo, y tendríamos que hacerle frente por lo menos a 40 personas. Asumiendo que la mayoría sean ladrones de bajo rango, tendríamos que hacerle frente a por lo menos 8 ladrones de alto rango, sin contar a Reginald y a Renzo.

Tenía razón, solo siendo nosotros dos no sería suficiente. Tanto Simón como yo somos peleadores experimentados, yo fui entrenado toda mi vida para ser el primero en fila en una guerra, mi fruta del diablo se consideraba la mejor para combates cuerpo a cuerpo, pero nunca había tenido un combate del que dependiera mi vida o la de alguien más. Muchos combates de práctica, cuando escapamos de Dragonstone los guardias querían evitar que escapara, pero sabían que si me mataban la Reina los iba a hacer desear haber muerto.

— Pero tú eres el capitán, Ed. — Finalizó la oración Simón, con un tono sumamente tranquilo de su voz, dejándome a mí la decisión de atacar o no. — Haré lo que deseés, aunque yo no esté de acuerdo con ello.

No sé que era lo que Renny tenía. No comprendía porqué de repente pudimos entablar una conversación tan amistosa. Ella deseaba huir, deseaba ser libre, cumplir su sueño.

En ese momento lo comprendí. Renny podía ser nuestra tercer miembro, necesitábamos alguien que pudiera leer mapas, que comprendiera como funcionaban las brújulas. Renny deseaba salir de la isla, y nosotros podíamos ayudarla.

— Pues prepárate Simón, porque nos dirigimos a rescatar a Renny en este instante.


•••

El Gremio fue sencillo de encontrar. Para ser ladrones tienen una escondite bastante abierto al público. Sin embargo, les tenía que dar el crédito, el lugar estaba completamente cerrado, y había 6 personas sumamente musculosas en la entrada principal. Si esto era la seguridad, pues tendríamos que ingeniarnos algo para poder entrar.

— Iré yo primero.

Me moví rápidamente y me coloqué frente a la puerta. Los guardias notaron rápidamente mi presencia en el lugar, encendí mis audífonos para forzar las capacidades de mi fruta del diablo.

El primer golpe contra uno de los guardias lo dirigí hacia su cara, el segundo golpe fue contra el guardia que hizo a atacarme por detrás, golpéandolo en su estómago, el tercero no fue un golpe, rápidamente lancé una cuchilla contra la pierna del tercer guardia que trató de lanzarse contra mí, sin embargo, el cuarto no lo vi venir, mas antes de que este pudiera golpearme o de que yo me pudiera defender, Simón apareció y lo golpeó con su abanico, noquéandolo en el instante. En cuestión de dos minutos, habíamos acabado con los 6 guardias. Había logrado dar un total de 6 golpes seguidos.

— Es hora de entrar.

Cantidad de enemigos por enfrentar: 34.

Capítulo 9: Entonces dos fueron suficientes

Cada cuarto que avanzábamos, hacía que nuestro paso por el escondite de los ladrones se volviera tedioso. Cada ladrón era algo distinto, sin embargo, todos tenían el mismo modus operandi, cada uno atacaba desde atrás, con armas de fuego, con cuchillos, con lo primero que tuviesen en mano.

Ya había fallado unos cuantos golpes, no podía mentir. Eran muchos, y aparecían de la nada en la mayoría de ocasiones, cualquier movimiento involuntario de mi cuerpo que se asemejara a un golpe podía ser considerado un fallo. A este punto todavía nos faltan 12 ladrones, y cada vez se volvían más fuertes.

Comenzaba a sentir como mi cuerpo se agotaba. Cada movimiento era realizado con sumo esfuerzo, tenía que relajarme, y no me encontraba en el momento necesario para hacerlo. Toda mi vida entré para un posible encuentro, sin embargo, una vez me agotaba se detenía el entrenamiento, nunca había continuado para postergar el momento en que mi cuerpo se iba agotaría.

Simón, por su parte, no se encontraba nada agotado, sin lugar a duda fue la mejor decisión el haber salido con él, solo, a este punto, probablemente ya habría sido asesinado, en repetidas ocasiones fue él quien evitó que una bala o un cuchillo me tocara, ataques que iban directo a órganos vitales.

La siguiente habitación que entramos, había 8 personas sentadas frente a nosotros. Ni siquiera alzaron su vista hacía nosotros, estaban todos sentados a la mesa, burlándose de lo que parecía ser todos los ladrones que acabábamos de derrotar.

─ ¡¡Cuando lleguen aquí, entenderán porque no tienen que lidiar con los Diamond Mouse!! ─ Golpeó la mesa para hacer valer su punto, entre tal escándalo necesitaba que su voz se expusiera sobre la del resto de ladrones

─ ¡No sé que esperábamos! ¿¡Qué asesinaran a alguien!? RYAHAHAHA ─ Exclamó un sujeto ubicado en el extremo opuesto de la mesa. El tipo tenía toda su cara llena de tatuajes, notándose sobre todo por los tatuajes que sustituían su cabello.

─ Caballeros... caballeros... ─ Se levantó uno ubicado en el centro de la mesa, silenciando a todos. El hombre era gigante, mostrando su tonificado cuerpo que no chocaba en lo absoluto con su monstruosa estatura, pero parecía ser capaz de mantener en silencio a todo el grupo, puesto que todos se callaron. ─ Tenemos que tener un poco de modales. Nuestros invitados han llegado.

Nos señaló. Particularmente uno de los 8 sentados a la mesa se apresuró y nos atacó, sin embargo, al instante el tipo cayó rendido a nuestros pies. Un cuchillo había sido clavado en la parte trasera de su cabeza. Cuando alzamos nuestras miradas, el tipo gigante nos estaba sonriendo.

─ Lo lamento, su Real Majestad. ─ La mesa explotó de risa, mas una simple mirada del tipo hacia el resto provocó que se silenciaran. Al momento, comenzó a moverse lentamente hacia nosotros, cada movimiento lo realizaba con elegancia y delicadeza. ─ Verá, hemos visto todo. ─ Simón tomó mi brazo, observó con claridad que yo iba a atacar directamente, pero ante semejante monstruo no era la mejor idea. Repito, estaría muerto sin él. ─ Ha acabado con algunos de los mejores potenciales para ser un Big Mouse en este gremio. ─ Las risas estallaron de nuevo. Esta vez no dirigió su mirada asesina hacia nadie, la velocidad con la que movió su cuerpo hacia atrás, y lanzó un cuchillo fue increíble; dicha arma punzo cortante se clavó justo en la frente del tipo que había comenzado el escándalo. Nuevamente, se callaron. ─ Sin embargo, antes de ser un Big Mouse, lo mejor es ser un Diamond Mouse, como nosotros, och--- seis. Somos los siguientes en lista, los siguientes a ocupar los puestos de Conrad y Renny. ─ Se inclinó hacia los oídos de nosotros dos. ─ Y puedo adelantar eso si acabo con ustedes dos, ratas de la realeza.

Sin duda sus movimientos eran rápidos. De repente sentí como su gigante mano golpeaba mi pecho y me enviaba con suma potencia hacia una pared. Atravesé dos paredes antes de ser capaz de detenerme, cuando lo logré, sentí una presión gigante en mi pecho, no lograba respirar.

Simón tenía una capacidad particular con sus abanicos. Una vez recibido el golpe, logró aplicar la misma fuerza y duplicarla, provocando que el tipo se alejara lo suficiente para crear tiempo en el cual Simón fuera capaz de acercarse a mí.

─ Trataré de encargarme lo que pueda mientras tú recuperas aire. ─ En ese segundo, uno de los seis tipos apareció con una espada, y se encontraba a punto de atacarnos a ambos. Tomé a Simón con toda la fuerza que pude e hice que giraráramos hacia un costado, provocando que el tipo clavara su espada en el suelo. ─ Gracias. ─ Me dijo Simón, mostrando el asombro en su cara.

Al instante me levanté, y pateé el tipo en la cara, con suficiente fuerza como para dejarlo inconsciente. Al instante, vi volar frente a mi cara uno de los abanicos de Simón, giraba a una gran velocidad e impactó en la frente de otro de los ladrones. Con una gran velocidad, Simón se acercó, a sabiendas que un solo abanico no tendría gran daño contra el tipo, tomó su siguiente abanico y lo golpeó en el pecho, provocando que fuera enviado con suma fuerza hacia el tipo gigante, quien lo detuvo antes de que impactara contra sí, y lo lanzó hacia el suelo con suficiente fuerza como para dejarlo inmóvil.

Heart Beat: PunchNo sabía si era cierto. Mi abuela en su momento me comentó que el darle nombre a una técnica provocaba que la misma fuera más poderosa, ya que había una forma de activarla en lugar de tener que simplemente pensarlo.

Heart Beat era una técnica básica de la Fruta Bito Bito, mi corazón se encontraba latiendo a un ritmo tan veloz, que se volvía preocupante para mi salud, esto podía provocar que mi corazón parar de latir y muriera en el instante. Esta técnica enfocaba toda la fuerza de esos latidos en la parte del cuerpo escogida, ya fuera mi puño o mi pie, volviéndolo de un rojo brillante que recubría hasta la mitad de mi antebrazo, brillo que ni siquiera mis guantes negros podían esconder. Una vez lograse impactar contra el objetivo, el golpe transfería la presión arterial al cuerpo del enemigo, haciendo que quedase inconsciente por la alta presión arterial. Asimismo, la habilidad me daba la capacidad de reiniciar los latidos de mi corazón, dándome así no solo la capacidad para seguir luchando sin cansancio, sino la capacidad de seguir dando los golpes sin que la cuenta se reiniciara.

Impacté a uno de los ladrones en el pecho, en cuestión de segundos perdió toda su consciencia. Quedaban tres más, el tipo gigante que se mostraba como el más complicado de los tres, el hombre que se tenía tatuajes hasta en sus párpados, y un hombre que parecía ser ciego.

El tipo tatuado se adelantó, de su boca sacó un sable gigante como si de un mago se tratase, y decidió atacar directamente a Simón, quien quebró su espada haciendo una especie de tijera con sus abanicos. Al instante tomó uno de los trozos de la espada y lo lanzó hacia el tipo ciego, quien lo detuvo con su mano derecha como si hubiese visto venir el ataque.

El gigante se dirigió contra mí, dejando a los otros dos tipos enfrentando a Simón. Lo golpeé en el estómago, y ví como escupía sangre, en ese momento recordé el poder de mi fruta, con este eran 16 golpes sin fallo. Continué impactándolo con mis puños, en el estómago, y en la cara, en total fueron alrededor de 8 golpes antes de que el tipo cayera inconsciente.

Cuando dirigí la mirada a Simón, el tipo tatuado había clavado la espada en el pecho del tipo ciego, y Simón había ahorcado al tipo tatuado al punto en que lo dejó inconsciente, pero no asesinándolo.

─ Vaya que fue una masacre. ─ Me comentó Simón, con bastante agitación en cada respiro que daba.

─ Faltan cuatro.

Capítulo 10: Entonces Remini y Retsu aparecieron

Advertisement